Día 1:
Voy caminando por lo que muchos dirían Colon al 1900 para mi es solo una calle que antes habría sido monte, desde Córdoba me llega un delicioso olor, tan vulnerable y perceptible a mis sentidos, el olor a mezcla de tierra recién humedecida por uno de estos seguidos chaparrones de noviembre que ahora se vuelven cada vez mas normales, con el se acerca el olor a nafta del A.C.C., y sobre la acera veo una mancha de gas oil sobre los restos de la lluvia, tal como un barco petrolero dejaría en el mar, pienso si esa mancha habrá salido de un auto, o fue un derrame en el cual trabajan tantos maestros de obra, es gracioso pasar por una construcción pensando en que te van a “piropear” pero esta vez no sucede nada.
Sigo mi camino ya en Colon al 2000, en la esquina de la óptica me frena un hombre, mojado por el cambio climático yo al ver que el frena hago un paso atrás en forma de autodefensa, pero si el solo me quería preguntar adonde quedaba el sanatorio Nosiglia donde su esposa estaba internada, después de indicarle y seguir con mi camino esta vez por una calle perpendicular, otro hombre el cual no pensé ni en sus piropos ni en mi defensa es quien me dice algunas palabras desagradables, hasta la próxima esquina camino pensando, en el juzgar social, en como pensamos sobre algunas personas y no las devuelven otras que jamás habríamos esperado, llego a la esquina de Felix, y la lluvia rompe con todo.
Estaba lloviendo? La lluvia es tan hermosa y armónica que a veces la siento parte de mi hasta ni sentirla, me detengo en el techo de la farmacia mirando a la plaza la cual debía atravesarla por completo para llegar a mi “casa de altos estudios”
Pienso en que a la primer persona que pasase por esta esquina en dirección a la plaza le pediría para compartir el paraguas, la caraduras siempre fue un don en mi, y mientras las espera me sumerjo en un pensamientos: waaaw una plaza, que lugar tan mágico, sabe usted cuantas historias se desarrollaron en esta manzana? No, ni usted, ni yo, ni nadie. No me refiero a historias de la ciudad, o a historias políticas, yo mismo puedo contarle como 3 historias personales sobre esta plaza, imagínese cada persona que la pisó, cada animal que la caminó, cada ave que la voló, y esta tierra siempre existió, solo imagínese. Rompen mis pensamientos dos compañeras del interior con las que nunca había hablado. ‑Vamos compartimos el paraguas?- fueron ellas quienes se me anticiparon, y yo acepte, verdaderamente si hubiese cruzado sola me hubiese mojado lo mismo pero el gesto estuvo, y así me preparo para otro día mas, repleto de conocimientos y aprendizaje. Los de la facu? No, los de el camino de mi casa a ella, los últimos 5 minutos
Día 2:
Voy caminando por la vereda, ahora si empapada en lluvia y la siento, tan parte de mi como las lagrimas que se entremezclan en mis mejillas, de repente dos mujeres me chocan de diestra y siniestra con sus paraguas, y se disculpan entre ellas
Es que así se sentirán los desprotegidos? Todos van por ahí ayudándose y perdonándose entre iguales, y los mas vulnerables somos mas gotas de esta lluvia. Esta cuadra tiene algo, otra vez yo en colon al 1900 que me sumerge en su mística, llego a la esquina y otra vez sobre el asfalto esa mancha de gasoil, bendita cuadra.
Día 3:
Que mi pelo nuevamente desafía a las leyes de la gravedad, que la monja se encuentra perdida y me pregunta por su destino, acaso no tiene ella el camino iluminado? Este mundo anda patas arribas nuevamente, y yo camino calzada sobre la vereda en lugar de descalza sobre la tierra, como me enseño Pablo, yo también estoy patas arribas, y otra vez es esta cuadra, si, es ella: Colon al 1900.