Estoy reclutando indigentes
en los subterráneos europeos.
Estoy sintetizando aluminio
en Tanzania y en Ferrugem.
Estoy cortando con tijeras
listones de inauguración del Superbowl.
Estoy asistiendo partos de gusanos
entre negros argeles y pestes negras.
La mitad de mi dominio le pertenece
a la mitad de otro país que no recuerdo
pero queda en una isla del Pacífico
y tiene vista al mar de explosiones
que se lame todo el tiempo la orilla
desde que prometimos por escrito
una velada de picnic radioactivo,
en la nueva eterna primavera radioactiva.
Allí en el domo, bajo la seguridad
de un PH estable y regulable
cultivo pequeñas agujas de kevlar
con las que daré de comer a mis enemigos.
Compro bolsas en el mercado de valores
con las que se abrigan niños con armas.
Entreno a mis hijos en combate,
entreno a los hombres y mujeres para que amen,
diseño en códigos binarios
rostros de posibles adversidades
con las que nos podamos encontrar.
Ya se han escrito muchos versos
sobre el fin de los tiempos
pero es sábado por la noche,
es domingo por la tarde,
y todos cantan, y todos gritan:
Se va a acabar, se va a acabar
tu protoesencia se va a acabar.