La estrellita por la calle del recuerdo

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Qui­zá les haya pasa­do en algu­na oca­sión, qui­zá algu­na vez cami­nan­do por la calle les pare­ció ver entre el tumul­to de la gen­te a una per­so­na que ama­ron hace tiem­po, ape­nas fue un ins­tan­te, un bre­ve des­te­llo que fue sufi­cien­te para dejar una que­ma­du­ra en la reti­na y en el alma, lo sufi­cien­te para dejar­te para­li­za­do en la calle sin saber muy bien que hacer o que decir. Y se lle­na la cabe­za de recuer­dos. Y el caso que no esta­mos segu­ros que sea esa per­so­na por­que pri­me­ro fue un bre­ve ins­tan­te y segun­do como hace tiem­po que no la veía y saber que todos cam­bia­mos cosas en estos tiem­pos, vos tam­bién aun­que no te ani­mes a reco­no­cer­lo.

El caso que te que­das dudan­do en el medio de la calle pen­san­do si no será que uno con­fun­de la reali­dad con el deseo, quie­ro decir que qui­zá si sea esa per­so­na y que la inven­to entre la gen­te apa­re­cien­do y des­apa­re­cien­do. Y no digo que que­da­ra algo urgen­te o pen­dien­te, sino qui­zá sea un deseo incons­cien­te y uno solo quie­re encon­trar­se con ella para decir­le cual­quier cosa, qui­zá para recu­pe­rar un reta­zo cuan­do éra­mos eter­nos y nada nos dete­nía para seguir ade­lan­te, qui­zá solo para decir que es de tu vida, que fue de noso­tros, que ha sido de mí.

Y un artis­ta dice “antes de ren­dir­nos fui­mos eter­nos” toman­do esa fra­se seguí cami­nan­do pre­gun­tán­do­me que le pasa por la cabe­za a la mucha­cha, pero si se algo, sé que todo cam­bia­rá, espe­ro que más pron­to que tar­de todo será dife­ren­te, cami­nar por la calle y encon­trar­te nue­va­men­te don­de segu­ro nos cru­za­re­mos mira­das y todos dete­nien­do su rit­mo para pre­sen­ciar el momen­to, los autos se deten­drán como la ciu­dad para escu­char una res­pues­ta dife­ren­te a la de esta can­ción que ele­gí para ilus­trar estas pala­bras.

Qui­zá al lle­gar a casa con todo ese mar de emo­cio­nes pen­sé en escri­bir unas líneas sen­ta­do en el silen­cio de mi casa y de mi alma que había deja­do ese momen­to tan fuer­te de la tar­de. Me pre­gun­te que eran mis días hoy, escri­bir y tra­ba­jar, con la com­pa­ñía de la músi­ca y los bue­nos ver­sos nece­sa­rios para lle­var este momen­to y sen­tir­me menos solo, y para con­vi­vir con este can­san­cio. Can­san­cio que se te vie­ne enci­ma cuan­do por las maña­na el mun­do se derrum­ba y cada día más ena­mo­ra­do, es ese can­san­cio que se te vie­ne enci­ma cuan­do escu­chas “no esta­rás sola” y vez el mun­do lleno de gen­te mala, con odio y ren­cor y otra que bus­ca retro­ce­der y no pone la cabe­za hacia delan­te por que la tie­ne miran­do para atrás.

Es ese can­san­cio que se te vie­ne enci­ma cuan­do te tra­tan de hacer enten­der que la his­to­ria se ter­mi­nó y que los días gri­ses for­man la maña­na tar­de y noche, es ese can­san­cio que te hagan enten­der que las cosas están bien. Qui­zá la mía esta noche es escri­bir estas pala­bras sin des­ti­na­ta­rio esta noche fría, y qui­zá algún día las encuen­tren por­que suce­de que a veces algo te eri­za la piel y te res­ca­ta del nau­fra­gio