[Tinta Colorada]: Entrevista al escritor Miguel Ángel Ferreira, por Belén Silva

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Pri­me­ra entre­ga del ciclo de Entre­vis­tas a Escri­to­res Misio­ne­ros, pro­yec­to de la poe­ta María Belén Sil­va

Son las 17 horas de un sába­do y nos dimos cita en un cén­tri­co bar de Posa­das. Ape­nas ingre­sé pude ver­lo espe­rán­do­me, su aire por­te­ño lo des­ta­ca entre la mul­ti­tud. Incli­na su cabe­za hacia un lado mien­tras lee la sec­ción Cul­tu­ra del dia­rio, sos­te­nién­do­lo entre sus dedos pobla­dos de ani­llos mien­tras un té rojo humea fren­te a él.
Pron­to comien­za a des­ga­jar fren­te a mí su par­ti­cu­lar his­to­ria. Miguel nació un 20 de diciem­bre en Posa­das. Su pri­me­ra apro­xi­ma­ción al arte fue a tra­vés del dibu­jo y las his­to­rie­tas, su mira­da pue­ril y crí­ti­ca se embria­ga­ba con los esti­los, los tipos de tra­zo y el sen­ti­do de las obras que pre­sen­cia­ba.
Ese afán lo lle­vó a tomar un taller de dibu­jo por corres­pon­den­cia.
En una nos­tál­gi­ca apre­cia­ción me dice: — Las his­to­rie­tas de antes tenían argu­men­to.
Y men­cio­na a algu­nos maes­tros de la ilus­tra­ción, Hugo Pratt, Héc­tor Mol­te­ni yTeo­do­ro Maren­co.
La pri­me­ra vez que tomó lápiz para tra­zar pala­bras fue a los die­cio­cho años cuan­do deci­dió escri­bir sus memo­rias, don­de vol­ca­ba sobre todo una exhaus­ti­va des­crip­ción de sus sen­sa­cio­nes.
El cine es tam­bién una de sus gran­des afi­cio­nes, jun­to a otros jóve­nes que com­par­tían su fana­tis­mo por las pelí­cu­las era asi­duo del ciclo “Cine Arte” del Cine Sar­mien­to, don­de pos­te­rior a la pro­yec­ción de la pelí­cu­la tenía lugar un deba­te sobre la mis­ma.
De igual for­ma, Miguel ha sido siem­pre muy selec­ti­vo, asis­tía a las fun­cio­nes depen­dien­do de cier­tos acto­res y direc­to­res.
Con toda esa infor­ma­ción e imá­ge­nes cine­ma­to­grá­fi­cas en su men­te comen­zó a ela­bo­rar una narra­ti­va que lo ponía como alguien que se movía por la calle y juga­ba con gene­rar nue­vos diá­lo­gos entre acto­res y direc­to­res; todo eso mien­tras ter­mi­na­ba sus estu­dios secun­da­rios.
Ingre­só a la Uni­ver­si­dad Nacio­nal de Entre Ríos don­de obtu­vo el títu­lo de Téc­ni­co en Salud Ambien­tal, espe­cia­li­za­do en cli­mas sub­tro­pi­ca­les. Lle­va­ba con­si­go su pri­me­ra publi­ca­ción. Mel fué publi­ca­do por pri­me­ra vez en capi­tal fede­ral for­man­do par­te de una Anto­lo­gía para el “Círcu­lo de Crea­do­res Argen­ti­nos” lide­ra­do por Teo Paz.
Al ter­mi­nar la carre­ra regre­só a Posa­das y des­cri­be que fue allí don­de comen­zó a escri­bir más asi­dua­men­te mien­tras ejer­cía en Salud Públi­ca.
Hacer osten­ta­ción de sus dotes lite­ra­rias no fue nun­ca su esti­lo. ‑Algo que apren­dí y que me lo trans­mi­tió un gran maes­tro: uno no se defi­ne a sí mis­mo como escri­tor, es la gen­te la que lla­ma a uno escri­tor y sobre todo uno es escri­tor a par­tir del hecho de tener una obra publi­ca­da y regis­tra­da.-
Más tar­de, cola­bo­ra con una Revis­ta de Tucu­mán, median­te los jue­ves de Cul­tu­ra en el Cla­rín don­de encuen­tra un avi­so. Miguel jugó así a ser perio­dis­ta envian­do una nota e inclu­so un repor­ta­je gra­ba­do en el que mos­tra­ba a Misio­nes.
Cada vez que tenía opor­tu­ni­dad via­ja­ba a Bue­nos Aires, era allí, en los cafés don­de Miguel encon­tra­ba el terreno más pro­pi­cio para dar rien­da suel­ta a la lite­ra­tu­ra, en Bue­nos Aires todo ins­pi­ra, y luga­res como el café Tor­to­ni pare­cen dic­tar ver­sos.
En la capi­tal hay una “vida cafe­te­ra” y uno no para de apren­der. Bas­ta con sen­tar­se solo en una mesa para que un extra­ño se acer­que y,con esa con­fian­za que sólo pro­vee el haber cami­na­do lo sufi­cien­te por esta vida, comien­ce a con­tar­nos toda cla­se de his­to­rias, cier­tas o no, crei­bles o no, lo dejan a uno con muchi­si­mas ganas de escri­bir.
En este sen­ti­do, nues­tro escri­tor misio­ne­ro, des­ta­ca la poca apro­xi­ma­ción que hay en Posa­das, la gen­te no se te acer­ca a enta­blar una con­ver­sa­ción y los pro­pios cole­gas lite­ra­rios no se ani­man entre sí, ni gene­ran un espa­cio de con­tra­po­si­ción oral de sus obras.
Al menos tres veces al año via­ja­ba a los encuen­tros lite­ra­rios que tenian lugar en Bue­nos Aires, en la filial SADE de San Tel­mo se reu­nía el Circu­lo de Crea­do­res Argen­ti­nos del que Miguel for­ma­ra par­te. -“Nun­ca fuí con el afán de sobre­sa­lir, mi inte­rés era mos­trar mi tra­ba­jo y escu­char el de los demás y me decían que era bueno.” La dis­tin­ción máxi­ma que podía tener alguien en ese gru­po era la publi­ca­ción de un libro, como un pre­mio a la vir­tud lite­ra­ria. Lo obtie­ne, pre­sen­ta y regis­tra su pri­me­ra obra “Lati­dos” un poe­ma­rio que lle­va den­tro algu­nos rela­tos.
Dicho libro se pre­sen­tó en Posa­das, en el Vicen­te Cida­de. Allí cono­ce a Vic­tor Valle­dor, escri­tor de Beris­so, ciu­dad de La Pla­ta, quien sería uno de sus gran­des ami­gos y a quien con­fia­ra sus manus­cri­tos antes de publi­car­los y a Javier Arguin­de­gui de Mar del Pla­ta. Varios cafés y reunio­nes com­par­ti­rian jun­tos en el mis­mo bar en el que aho­ra estoy entre­vis­tán­do­lo.
Un día reci­be el lla­ma­do de la “Edi­to­rial de los Cua­tro Vien­tos” con­vo­cán­do­lo para for­mar par­te de la Anto­lo­gia de Escri­to­res Con­tem­po­rá­neos, estu­vo pre­sen­te en las publi­ca­cio­nes de 2008, 2009 obte­nien­do ade­más la meda­lla de “Crea­dor Dis­tin­gui­do” lue­go en 2011 par­ti­ci­pa de una edi­ción de lujo que fue­ra pre­sen­ta­da en la Feria del Libro, esta vez, inter­vi­nien­do con rela­tos.
Miguel Ferrei­ra supo a lo lar­go de su vida crear gran­des lazos lite­ra­rios, por telé­fono, por corres­pon­den­cia y hoy por correo elec­tró­ni­co según los tiem­pos lo han tra­za­do. Así, tuvo la opor­tu­ni­dad de via­jar por nues­tro país y por muchos paí­ses de Amé­ri­ca.
Via­jar fué siem­pre una de sus tan­tas pasio­nes, la ima­gen, el arte y todo aque­llo que con­ten­ga expre­si­vi­dad. Es así que la foto­gra­fía ha sido tam­bién una de sus gran­des afi­cio­nes. Pue­de vér­se­lo en cada via­je o even­to con su cáma­ra reflex regis­tran­do ávi­da­men­te aque­llo que no todos per­ci­ben.
Así, Miguel Ferrei­ra, nues­tro talen­to misio­ne­ro ade­más ha par­ti­ci­pa­do en más de 20 Anto­lo­gías, reci­bió el pre­mio Aran­dú Roga de la Feria Muni­ci­pal del Libro en 2007, fué miem­bro fun­da­dor de las Nacio­nes Uni­das de las Letras de Bogo­tá Colom­bia en 2011 y Men­ción espe­cial y Meda­lla de Honor del Sena­do de La Nación en 2014 por nom­brar algu­nos de sus muchos logros.
En 2011 inte­gra el Gru­po Misio­le­tras con­ser­van­do, lue­go de su diso­lu­ción, una gran amis­tad con Aní­bal Sil­ve­ro, quien lo con­vo­ca­ra lue­go para for­mar par­te de la Comi­sión Direc­ti­va de la SADEM.
Entre sus libros publi­ca­dos inte­gra­men­te por él encon­tra­mos: “Soña­dor y Bohe­mio”, “Lati­dos”, “Poe­mas al ras del piso”, “Sen­ti­res” y “A sabien­das, reco­pi­la­cio­nes de camino.” su últi­ma obra que pron­to esta­rá a la ven­ta.

LA CREACIÓN LITERARIA

Es difí­cil hacer un des­glo­se com­ple­to de su exten­sa carre­ra en las letras, mere­ce­ría una bio­gra­fía de cien­tos de pági­nas, así que deci­do inda­gar en su for­ma de escri­bir.

Miguel pre­fie­re los manus­cri­tos, escri­bir en pc no es algo que le qui­te el sue­ño, será que en cada tra­zo sien­te que dibu­ja los comics de sus pasio­nes. Escri­be, como muchos escri­to­res en cual­quier papel que esté a mano cuan­do el influ­jo lo requie­re, ser­vi­lle­tas, bole­tas de super­mer­ca­do y pos its. Los guar­da, los ani­lla y los cla­si­fi­ca lue­go.
En su per­fil de face­book pue­de vér­se­lo sol­tar algu­nos de esos ver­sos arra­ba­le­ros que tan bien eje­cu­ta y cada mes se lo ve publi­ca­do en el blog Mis Poe­tas Con­tem­po­rá­neos de otro de sus gran­des ami­gos, Gus­ta­vo Tisoc­co.
Al pre­gun­tar­le sobre el pro­ce­so de crea­ción de poe­mas y rela­tos, si es que los ver­sos se pre­ci­pi­tan en su men­te o los tra­ba­ja en la coti­dia­ni­dad, me con­tes­ta que cuan­do se tra­ta de rela­tos sue­le apa­re­cer un dis­pa­ra­dor que lue­go tra­ba­ja en su men­te a lo lar­go del día has­ta estar lis­to para lle­var­lo al papel. Los poe­mas sin embar­go vie­nen de repen­te e inci­tán­do­lo a escri­bir. La poe­sía, dice, vie­ne siem­pre de la mano de algo que lo impac­ta.

¿Creés que el escri­tor debe ser abs­trac­to o auto­bio­grá­fi­co?
‑Muchos de mis tex­tos son auto­bio­grá­fi­cos, pero no todos, muchas veces soy yo mime­ti­za­do en otro, son abs­trac­tos. El lec­tor come­te muchas veces el error de cata­lo­gar­los a todos como auto­bio­grá­fi­cos- me dice son­rien­do.

¿Crees que el escri­tor debe ejer­cer un com­pro­mi­so con la narra­ción de las reali­da­des socia­les que lo atra­vie­zan?
‑Cla­ro que si, yo mis­mo me sien­to com­pro­me­ti­do a expre­sar esas reali­da­des, la pobre­za, lo que suce­de en este momen­to con los Mbya des­po­ja­dos de sus tie­rras, la polí­ti­ca.

Para escri­bir ¿músi­ca o abso­lu­to silen­cio?
‑Músi­ca, tan­go, blues. El pola­co Goye­ne­che o Mada­me Ivon­ne. A veces solo el soni­do de la llu­via.

¿Creés en la inmor­ta­li­dad del escri­tor a tra­vés del libro?
‑Creo en el libro como una con­tri­bu­ción más a la vida y al arte. Estás dejan­do algo tuyo.

¿Podrías nom­brar­me tres vir­tu­des esen­cia­les de un escri­tor?
‑Humil­dad, cons­tan­cia, aper­tu­ra.

¿Te suce­de algu­na vez encon­trar­te con la famo­sa cri­sis crea­ti­va de la pági­na en blan­co?
‑Si, en esos momen­tos acon­se­jo no pelear por escri­bir por­que es peor, uno sim­ple­men­te debe espe­rar que lle­gue el momen­to.

¿Cómo ves a la lite­ra­tu­ra Argen­ti­na y a la Misio­ne­ra?
‑La lite­ra­tu­ra argen­ti­na es inmen­sa­men­te rica, cuan­do uno via­ja al exte­rior pue­de notar lo res­pe­ta­da que es nues­tra lite­ra­tu­ra. Hay gran­des talen­tos en nues­tra lite­ra­tu­ra local, en gru­pos como el de Poe­sía de Miér­co­les pue­de ver­se como la poe­sía es aho­ra más juga­da, hay una rebel­día nece­sa­ria con­tra lo masi­vo y el esta­do.