Estoy sucio, con hambre y sin ganas de cocinar.
Afuera se escuchan algunas motos que vienen
bajando por 3 de Febrero y la frenada del 23
que descansa en la esquina. Eso es todo.
El resto creo que es el sonido del mundo,
algo así como un (((zzzzuuuumm))) constante que nadie advierte,
un mecanismo hipnótico que cumple la función
de llenar vacíos.
Me pongo a pensar entonces,
que no existe tanta diferencia
entre el mundo y un tubo fluorescente,
o entre los humanos que se aferran a una religión
y los insectos que se pegan al cilindro.
Ambos mueren adorando una luz blanca.