Autor: Miguel Ángel Ferreira
No es un ensayo descriptivo, ni se trata de desembarcar en cuestionamientos literarios, a partir de mis lecturas sobre Octavio Paz, a quien profeso una profunda admiración, por la profusa acción literaria y su personalidad en los actos de su cuentistica (vaya palabra) o en sus poesías.
Su sensibilidad literaria, su inmenso caudal de estudio que lo lleva a ocupar cargos distinguidos en diversas ciudades europeas, Paris, India lo tuvieron de embajador, y de actor en las letras, desde donde manan creaciones de gran valor, está presente lo humano al dimitir a su cargo en protesta por las represalias a estudiantes en Tlatelolco. Funda dos importantes revistas: Plural (1971−1976) y Vuelta a partir de 1976. Su conocimiento profundo de las costumbres indias, visitas a monasterios, conversaciones con filósofos, no era creyente.
En la Obra que es de mi biblioteca releo mil veces sus clásicas –Notas – deducciones magistrales sobre la poesía, el uso de las puntuaciones o su no uso, sobre el ritmo auditivo, que es esencial en la lectura de la obra propia o ajena. Estas acotaciones a las 17: 10 de la tarde, se me vienen por la poca comunicatividad en el ámbito “literario” que me rodea, es decir la ciudad o en ampliación la provincia, salvo poquísimas excepciones ‚no citaré nombres a los fines de no polemizar , cosa que odio, estas acciones no se notan. El creativo esta suelto, librado a su suerte, después de los aplausos en alguna circunstancia especial se diluye el contacto. Hay material para leer y personalidades para tener entre nosotros. Develando sus fuentes de donde beben lo que exponen.
Cielo abierto tierra cerrada
Flauta y tambor, centella y trueno,
Te abro, te golpeo.
Te abres tierra,
Tienes la boca llena de agua
Tu cuerpo chorrea cielo,
Tremor,
Tu panza tiembla,
Tus semillas estallan,
Verdea la palabra.
El ritmo que lleva esta descripción es maravilloso! de tambores y flautas, para describir a la tierra. Pero insisto en la no visión del creativo en este espacio, pocas , esporádicas apariciones, después silencio, alejamientos, que son ocupados por pavos reales que reiteran sus obras pavoneándose de una única cuasi creatividad, no es ese el destino de la literatura; hay que eliminar las brezas, alisar, emparejar, embellecer, dar brillo.
La literatura de Misiones debe salir con sus creativos a la presencia, la constancia del hacer, investigar, hurgarse entre uno mismo para sacar cada vez más del terreno del verbo y de la verba. Cuidar del creativo ese acceso a las grandes ciudades donde se da importancia a los que están en la brega del decir lo que no el ser común, es otro punto aparte de esta cuasi manera de sentir lo nuestro o si no me incluyen, lo de quienes estén en la verdadera manera de vivir del poeta, literato, ser de otro planeta, pero saber quiénes son y que hacen y qué hacer con ellos en beneficio de la riqueza literaria. Nada más, solo eso.