Tomábamos el mate de la tarde.
Admirábamos las magnolias que están abriendo,
las dalias amarillas,
las frambuesas maduras ,
algunas caídas.
El perfume de los azahares
invadía el aire
Las orquídeas blancas
comenzaban a abrir
Las moradas seguían vivas ,
después de una semana de vida
estaban turgentes , esplendorosas,
Nuestros ojos
gozaban los colores
y nuestro olfato
reconocía los aromas
Saboreábamos unos amargos ,
cosa de recobrar ánimos
para el resto del día .
De pronto,
un bullicio en la copa de un ciprés.
Contra el azul del cielo apareció
un halcón tijereta
como una silueta perversa.
Su plumaje blanco y negro ,
Sus alas abiertas ,
extendidas al máximo,
planeaban en el aire.
Su cola partida en dos,
dirigía el vuelo..
Y en unas de las ramas mas altas
de la esbelta araucaria
una pareja de benteveos
dio grito de alarma.
Así fuimos testigos
de una lucha campal
la tijereta se retiraba ,
volaba mas alto ,
como para ubicarse mejor
y descendía en picada,
Justo al nido de los benteveos.
Ellos la encaraban en el aire,
no la dejaban acercarse al árbol
Los pichones gritaban ,
Los padres también revoloteaban furiosos,
daban saltos de rama en rama.
la tijereta se iba mas alto,
tomaba coraje y descendía
muy resuelta a llevarse una presa.
Los benteveos defendían su hogar con furia
piaban , saltaban , agitaban sus alas
y con sus picos abiertos
espantaban al halcón tijereta
que se le había ocurrido
tomarse una merienda
en el nido de los vecinos
Fueron unos minutos de lucha
Enfurecida, valiente ,
La tijereta era de mayor tamaño,
pero los benteveos eran dos
Así que con bravura y empeño
espantaron a la atrevida invasora.
Pensé en nuestros hijos
¿Los defendemos así,
como lo hacen los pájaros,
de los peligros invasores?
¿ Sostenemos la lucha,
aún cuando están crecidos ?
¿Estamos atentos a las amenazas como
mis amigos los benteveos?
Ellos quedaron cansados, vigilantes,
temblorosos,
ambos , posados en una rama
cuidaron que no volviera la tijereta
Por fin pudieron batir sus alas y
lanzar al aire un trino triunfal
Pensé en los pueblos originarios,
en el águila poderosa
que viene en busca de sus recursos
y en los habitantes pobres ,
con pocas defensas
tratando de proteger
lo poco que poseen para vivir,
su agua cristalina
o sus verdes y fértiles valles.
El sol comenzaba a teñir de rojo el aire
Por esta tarde habían zafado .
Los benteveos cantaron con fuerza.
En este día estaban a salvo
Seguía la familia completa
Estaban vivos.
Y el águila no había saciado
su voraz apetito.