Lucha en el cielo

0
61

Tomá­ba­mos el mate de la tar­de.
Admi­rá­ba­mos las mag­no­lias que están abrien­do,
las dalias ama­ri­llas,
las fram­bue­sas madu­ras ,
algu­nas caí­das.
El per­fu­me de los azaha­res
inva­día el aire
Las orquí­deas blan­cas
comen­za­ban a abrir
Las mora­das seguían vivas ,
des­pués de una sema­na de vida
esta­ban tur­gen­tes , esplen­do­ro­sas,
Nues­tros ojos
goza­ban los colo­res
y nues­tro olfa­to
reco­no­cía los aro­mas
Sabo­reá­ba­mos unos amar­gos ,
cosa de reco­brar áni­mos
para el res­to del día .
De pron­to,
un bulli­cio en la copa de un ciprés.
Con­tra el azul del cie­lo apa­re­ció
un hal­cón tije­re­ta
como una silue­ta per­ver­sa.
Su plu­ma­je blan­co y negro ,
Sus alas abier­tas ,
exten­di­das al máxi­mo,
pla­nea­ban en el aire.
Su cola par­ti­da en dos,
diri­gía el vue­lo..
Y en unas de las ramas mas altas
de la esbel­ta arau­ca­ria
una pare­ja de ben­te­veos
dio gri­to de alar­ma.
Así fui­mos tes­ti­gos
de una lucha cam­pal
la tije­re­ta se reti­ra­ba ,
vola­ba mas alto ,
como para ubi­car­se mejor
y des­cen­día en pica­da,
Jus­to al nido de los ben­te­veos.
Ellos la enca­ra­ban en el aire,
no la deja­ban acer­car­se al árbol
Los picho­nes gri­ta­ban ,
Los padres tam­bién revo­lo­tea­ban furio­sos,
daban sal­tos de rama en rama.
la tije­re­ta se iba mas alto,
toma­ba cora­je y des­cen­día
muy resuel­ta a lle­var­se una pre­sa.
Los ben­te­veos defen­dían su hogar con furia
pia­ban , sal­ta­ban , agi­ta­ban sus alas
y con sus picos abier­tos
espan­ta­ban al hal­cón tije­re­ta
que se le había ocu­rri­do
tomar­se una merien­da
en el nido de los veci­nos
Fue­ron unos minu­tos de lucha
Enfu­re­ci­da, valien­te ,
La tije­re­ta era de mayor tama­ño,
pero los ben­te­veos eran dos
Así que con bra­vu­ra y empe­ño
espan­ta­ron a la atre­vi­da inva­so­ra.
Pen­sé en nues­tros hijos
¿Los defen­de­mos así,
como lo hacen los pája­ros,
de los peli­gros inva­so­res?
¿ Sos­te­ne­mos la lucha,
aún cuan­do están cre­ci­dos ?
¿Esta­mos aten­tos a las ame­na­zas como
mis ami­gos los ben­te­veos?
Ellos que­da­ron can­sa­dos, vigi­lan­tes,
tem­blo­ro­sos,
ambos , posa­dos en una rama
cui­da­ron que no vol­vie­ra la tije­re­ta
Por fin pudie­ron batir sus alas y
lan­zar al aire un trino triun­fal
Pen­sé en los pue­blos ori­gi­na­rios,
en el águi­la pode­ro­sa
que vie­ne en bus­ca de sus recur­sos
y en los habi­tan­tes pobres ,
con pocas defen­sas
tra­tan­do de pro­te­ger
lo poco que poseen para vivir,
su agua cris­ta­li­na
o sus ver­des y fér­ti­les valles.
El sol comen­za­ba a teñir de rojo el aire
Por esta tar­de habían zafa­do .
Los ben­te­veos can­ta­ron con fuer­za.
En este día esta­ban a sal­vo
Seguía la fami­lia com­ple­ta
Esta­ban vivos.
Y el águi­la no había sacia­do
su voraz ape­ti­to.

Artículo anteriorInvitan a inscribirse en la Escuela Nacional de Cine: hay tres cupos para Misiones
Artículo siguienteRealizarán exposición colectiva de artes visuales en Posadas
Nací en la ciudad de Buenos Aires, el 24 de septiembre de 1949. Hice la escuela primaria y secundaria, en Luján. Me recibí de Maestra Normal. Estudié el profesorado de inglés en la ciudad de Mercedes , provincia de Buenos Aires . Trabajé como maestra de grado mientras estudiaba. Me casé a los 24 años con Juan Carlos Gallero , y nos fuimos a vivir a Comodoro Rivadavia, donde él hacía su residencia de médico general. Trabajé como profesora en varias escuelas de esa ciudad. En 1975 mi esposo aceptó un ofrecimiento de YPF en Tierra del Fuego. Allí fuimos y tuvimos tres hijos. También trabajé en la Misión Salesiana. Luego la empresa lo trasladó a Plaza Huincul, Neuquén. Allí nació el cuarto hijo. Trabajé en la escuela de Comercio de esa ciudad. En 1979, mi esposo renunció a su cargo de médico en YPF y nos trasladamos con los hijos ,a Puerto Rico, Misiones. Entré a trabajar en el Colegio San Alberto Magno y en la Escuela Normal. Además ayudé a mi marido , en la atención de enfermos y familiares . Por la demanda de esos años, abrimos una pequeña clínica. Eso nos conectó con mucha gente, sus problemas y sufrimientos. Tuvimos tres hijos mas. El último día de noviembre de 1992, falleció nuestro séptimo hijo , en un accidente . Sin querer, y sin saber por qué, me puse a escribir. A él le gustaban mucho los cuentos. Me los dejó hechos un nudo en el alma. Por insistencia de mi marido, a quien le gustaban mucho mis relatos, envié los cuentos a la Editorial Universitaria de Posadas. Me dijeron que eran publicables, pero que no editaban ese rubro. Entonces los presenté a la Editorial San Pablo de Buenos Aires . Ellos seleccionaron varios y publicaron Cuentos para Joaquín y otros gurises. Editaron 2000 ejemplares y se vendieron muy rápido. Luego editaron 8000 mas y en la actualidad les quedan cerca de 100 ejemplares. En 1998 nació nuestro octavo hijo. Entregué a San Pablo, otra serie de cuentos, que se titula Mariposas azules y otros cuentos. Y están a la espera de su publicación. Araucaria Editora, me publicó Cuentos de la Abuela Mechi. Todos estos años , trabajé como dirigente scout, y formadora de líderes. Tarea que me llevó mucha dedicación , por ese motivo no participé en encuentros de escritores u otros eventos. Además la familia, se hizo mas grande, los hijos se han casado y ahora ayudo en la crianza de los nietos. Continúo trabajando con los scouts, y me jubilé como docente en la provincia de Misiones