Cuando nací mi hermana tenía cuatro años y al parecer no estaba muy contenta con mi llegada. Su descontento se debía a que ella quería que yo fuese un varón, y yo era muy niña para su gusto.
A mi mamá se le ocurrió la idea de decirle que, ya que ella no estaba contenta con la beba recibida, le iba a pedir a la señora cigüeña que me venga a buscar y me llevara volando con destino a otro hogar. Primero aceptó el acuerdo, pero como la cigüeña no se desocupó pronto por esos días, el tiempo fue pasando y la idea comenzó a ´preocupar a mi hermana mayor. Quizá porque comenzó a quererme lentamente, de a poquito a poquito… hasta que un día me quiso mucho, tanto que cada mañana se sentaba en la puerta de entrada armada con su coraje y unas pocas piedras. Estaba resuelta a correr a la cigüeña cuando viniese a buscarme. Mientras yo dormía tranquilamente en mi cuna, custodiada por mi valiente hermana de cuatro años.