En un mundo de píxeles tecno: Entrevista a la compositora Andrea Dulko

0
284
Música de Misiones: La compositora misionera Andrea Dulko mirando a un costado, con media cara pintada de verde y sobre un fondo de colores. Toda la imagen está posterizada, como si fuera parte de un videojuego antiguo.

Andrea Dul­ko es una can­tau­to­ra inde­pen­dien­te actual­men­te radi­ca­da en Obe­rá, Misio­nes. Naci­da en el seno de una fami­lia de músi­cos, actual­men­te se desem­pe­ña como pro­fe­so­ra de músi­ca en el Poli­va­len­te de Artes y estu­dian­te de la Licen­cia­tu­ra en Músi­ca y de la Tec­ni­ca­tu­ra en Medios Audio­vi­sua­les y Foto­gra­fía, ambos de la Facul­tad de Arte y Dise­ño. Ofre­ció una enri­que­ce­do­ra entre­vis­ta para el pro­gra­ma radial de Cul­tu­ra en Movi­mien­to, con­du­ci­do por Café Azar y trans­mi­ti­do por Radio Liber­tad, don­de reme­mo­ra sobre su via­je artís­ti­co y expli­ca, entre otras cosas, por qué la músi­ca com­pues­ta para video­jue­gos no es menos que cual­quier otra.

Café Azar: Esta­ba en la últi­ma jor­na­da de Obe­rá en Cor­tos un vier­nes tipo once o doce de la noche, fren­te a la Cate­dral de San Anto­nio don­de esta­ba el camión de Cul­tu­ra en Movi­mien­to. Ahí esta­ba una que­ri­da mía, Dani Azi­da, que iba a poner músi­ca. Pero tam­bién me encon­tré con un trío, con un tecla­do en el medio y gui­ta­rra y bate­ría, y una músi­ca espec­ta­cu­lar. Era Andrea Dul­ko la que esta­ba tocan­do en aque­lla noche de cie­rre.

A par­tir de ahí dije “Bueno, quie­ro escu­char algo más,” y en su canal de You­Tu­be encon­tré un mate­rial gra­ba­do en 2020, y des­pués algu­nos videos. Por lo que uno ve, mane­ja dife­ren­tes géne­ros musi­ca­les – tan­to des­de lo aca­dé­mi­co como des­de lo popu­lar. Así que es un gus­to para noso­tros poder char­lar con ella. ¿Cómo te va?

Andrea Dul­ko: ¿Qué tal? Bue­nos días. El pla­cer de estar en el pro­gra­ma es total­men­te mío.

CA: Gra­cias Andrea por per­mi­tir­nos char­lar un poqui­to y cono­cer­te más. Ten­go todo un tex­to acá pre­sen­tan­do tu tra­ba­jo, pero me gus­ta­ría que lo cuen­tes vos. ¿Cómo comien­za tu rela­ción con la músi­ca? ¿Cómo empe­zás a nave­gar por los dis­tin­tos géne­ros, len­gua­jes, esté­ti­cas, y poé­ti­cas den­tro de las posi­bi­li­da­des musi­ca­les que uno tie­ne cuan­do se encuen­tra con esto?

AD: ¡Uf! Pasa­ron todo tipo de cosas en mi tra­yec­to­ria artís­ti­ca. Mis papás son docen­tes: mi mamá es pro­fe­so­ra par­ti­cu­lar de músi­ca y mi papá es licen­cia­do en Músi­ca, tra­ba­ja en el nivel secun­da­rio y ter­cia­rio, y cuan­do era muy chi­qui­ta – tenía cin­co años – mi papá me puso un tecla­do en fren­te y me dijo “Vamos a comen­zar a estu­diar.” Y de ahí yo comen­cé a estu­diar, pro­ban­do lo que me gus­ta­ba y lo que no. Me acuer­do de que los pri­me­ros temas que apren­dí fue­ron temas de new age en tecla­do. Enton­ces des­de ahí entró medio rara la pre­mi­sa. A par­tir de allí con­ti­nué tocan­do.

CA: O sea que lo pri­me­ro fue (Mau­ri­ce) Jarre, Van­ge­lis, y todo eso.

AD: ¡Exac­ta­men­te! Ese fue el pri­mer con­tac­to que tuve con el tecla­do. Des­pués estu­dié en el Poli­va­len­te de Artes. La vida dio vuel­tas y aho­ra estoy tra­ba­jan­do ahí como pro­fe­so­ra. Estu­dié en el tra­yec­to artís­ti­co, hice gui­ta­rras e hice piano. De ahí tuve con­tac­to con dife­ren­tes géne­ros musi­ca­les: con rock, con pop, con fol­clo­re, y con mucha músi­ca aca­dé­mi­ca – músi­ca clá­si­ca, de Mozart y Beetho­ven.

Ter­mi­né estu­dian­do Pro­fe­so­ra­do. Pri­me­ro que­ría hacer gui­ta­rra eléc­tri­ca, pero des­pués me tiré más para los tecla­dos. Al bajo lo comen­cé por una ban­da, por­que tenía­mos una cuan­do yo tenía doce o tre­ce años lla­ma­da Ste­reo Bit. Me habían invi­ta­do por­que nece­si­ta­ban bajis­ta, apren­dí el bajo, y des­de ahí no lo paré de tocar. Des­pués hice el Pro­fe­so­ra­do, me reci­bí de pro­fe­so­ra, seguí hacien­do músi­ca, y me acuer­do de que en un momen­to un ami­go me había pedi­do com­po­ner un tema para un video­jue­go que él esta­ba pro­gra­man­do. Yo nun­ca había hecho nada de com­po­si­ción en mi vida, y le digo “Bueno, vamos a com­po­ner algo así te ayu­do a que ese video­jue­go sal­ga a la luz.” Al final no sé si salió o no toda­vía, pero así fue cómo empe­cé a com­po­ner.

Esta­ba toman­do cla­ses de jazz con Lean­dro Yah­ni en Posa­das, que es inte­gran­te de Jugo de Tigre, y tra­té de apli­car lo que yo sabía. Era terri­ble el tema. Horri­ble la com­po­si­ción que man­dé, y fue lo pri­me­ro que com­pu­se, pero des­de ahí no paré de com­po­ner, por­que me di cuen­ta que podía hacer un mon­tón de cosas que no podía hacer tocan­do temas de otros. Comen­cé a com­po­ner un mon­tón de cosas, muchas de las cua­les que­da­ron en la nada. Des­pués publi­qué algu­nas expe­ri­men­ta­cio­nes en inter­net, y de sor­pre­sa me lla­ma­ron para tocar en la Facul­tad. Pre­pa­ré seis temas que tenía, que hace dos años los venía tra­ba­jan­do y que son los pri­me­ros seis temas del álbum que publi­qué este año, y los pre­sen­té.

CA: Hay una com­bi­na­ción de muchas cosas ahí, y por eso me pare­ce intere­san­te tu pro­pues­ta. Des­de lo que sale de la par­ti­tu­ra, de lo aca­dé­mi­co clá­si­co, a esto del video­jue­go como posi­ble insu­mo para la crea­ti­vi­dad musi­cal. La músi­ca apa­re­ce por varios lados, y no siem­pre don­de pen­sa­mos que está.

AD: Exac­ta­men­te. A los cin­co años, cuan­do comen­cé a estu­diar músi­ca, comen­cé a jugar video­jue­gos. Fue al mis­mo tiem­po. La músi­ca que se crea para los video­jue­gos es muy espe­cial: tie­ne carac­te­rís­ti­cas tan­to for­ma­les como armó­ni­cas. Es un géne­ro en sí mis­mo, que por ahí hace poco se le comen­zó a dar el nom­bre de 8‑bit o chip­tu­ne, por lo que lo agre­gué a lo que inter­pre­to, por­que es difí­cil cerrar esa músi­ca expe­ri­men­tal en un solo géne­ro. Pero va por ahí.

Tan­to las pelí­cu­las como los dibu­jos ani­ma­dos, todo lo que uno con­su­me, tie­ne músi­ca muy intere­san­te. Hace unos años, según mi per­cep­ción, den­tro del video­jue­go se comen­zó a dar­le una impor­tan­cia bas­tan­te impor­tan­te a las com­po­si­cio­nes que se crean para los video­jue­gos, y se toma par­te de los ele­men­tos for­ma­les para expe­ri­men­tar y decir “Vamos a com­ple­ji­zar­lo. Vamos a tra­tar de gene­rar emo­cio­nes que vayan con lo visual pero que tam­bién trans­mi­tan algo con la músi­ca.” Me pare­ció muy intere­san­te ese men­sa­je y lo tomé.

Des­pués, lo que hice fue com­bi­nar­lo con las téc­ni­cas que yo tenía de la músi­ca clá­si­ca, del jazz, y del rock, que vie­ne de mi fami­lia por­que mi papá es súper roc­ke­ro, y des­de chi­ca yo estu­ve escu­chan­do Mega­deth – toda mi ado­les­cen­cia bási­ca­men­te. Lo com­bi­né con eso y se ter­mi­na crean­do algo como “soni­dos nue­vos,” u otra cosa.

CA: Me dejás pican­do dos cosas. Por un lado, pen­sa­ba que, en algún momen­to, se menos­pre­cia­ba o des­pres­ti­gia­ba la músi­ca que se hacía, por ejem­plo, para las pelí­cu­las. Des­pués apa­re­ció Miles Davis con su ver­sión de Some­day My Prin­ce Will Come y dijo “No, esto se pue­de tocar exce­len­te,” y esa can­ción es par­te de la ban­da sono­ra de una pelí­cu­la. Pien­so que con los video­jue­gos pasa algo pare­ci­do. En este momen­to, ya el insu­mo, la crea­ti­vi­dad, y lo que se pone en jue­go ahí jue­ga en ligas mayo­res en cuan­to a la músi­ca, la com­po­si­ción, y la crea­ción.

AD: Eso es total­men­te pre­ci­so, sí.

CA: Lo segun­do: hace unos días char­lá­ba­mos con Mar­cos Nde Ramí­rez, que tie­ne una pro­pues­ta de inter­ve­nir temas loca­les y regio­na­les clá­si­cos con una “moder­ni­za­ción.” Y lo nue­vo, lo moderno en la cul­tu­ra y en el arte es de 1910 ó 1920, y a par­tir de ahí no sé si pode­mos hablar de “nue­vo” o “moderno,” sino de soni­dos o len­gua­jes dife­ren­tes que inter­ac­túan de mane­ra – por decir­lo así – “ori­gi­nal.”

AD: Estoy de acuer­do. Noso­tros tuvi­mos una cáte­dra de semióti­ca en la Licen­cia­tu­ra, y yo tomé como refe­ren­cia un dúo que a mí me gus­ta mucho, DOMi & JD Beck, que tocan tecla­do y bate­ría. Tomé como refe­ren­cia unas ver­sio­nes que hicie­ron de hip-hop de los años 2000, y me pre­gun­té adón­de se pue­de encap­su­lar eso, por­que tie­ne la rít­mi­ca y los bajos del hip-hop, pero tam­bién la armo­nía del jazz y la téc­ni­ca de la músi­ca clá­si­ca. Enton­ces, ¿adón­de se pue­de encap­su­lar esto? ¿Adón­de nos para­mos para decir “bueno, esto es jazz”? Ter­mi­né con­clu­yen­do que capaz pue­de ser un jazz alter­na­ti­vo, pero no me ani­mé a hipo­te­ti­zar sobre esa cues­tión, y así suce­si­va­men­te.

Para mí, esta­mos en un pro­ce­so y no podre­mos saber has­ta den­tro de diez, vein­te, o trein­ta años qué es lo que está pasan­do aho­ra en la músi­ca. Me pare­ce que hay varias corrien­tes muy fuer­tes que expe­ri­men­tan y mez­clan cosas, y toda­vía están en ese pro­ce­so de fusión. Habla­mos de ori­gi­na­li­dad o moder­ni­dad, pero no pode­mos encap­su­lar en un géne­ro todo eso nue­vo que está suce­dien­do.

Lo que habla­bas de los video­jue­gos es total­men­te pre­ci­so. Con lo audio­vi­sual suce­dió lo mis­mo. No se veía en la músi­ca esa posi­bi­li­dad de apor­tar al men­sa­je que se quie­re man­dar con el audio­vi­sual, pero la músi­ca bien plan­tea­da den­tro de lo audio­vi­sual, bien plan­tea­da por sí sola, gene­ra cier­tas nue­vas sen­sa­cio­nes. Los videos musi­ca­les y el cine son nue­vos len­gua­jes, por­que no se los pue­de com­pa­rar sólo con la músi­ca o el audio­vi­sual, sino que te trans­mi­te otra cosa total­men­te dife­ren­te. Con los video­jue­gos por suer­te está pasan­do lo mis­mo. Hay muchas posi­bi­li­da­des de hacer arte a tra­vés de los video­jue­gos, y espe­re­mos que eso se siga desa­rro­llan­do de mane­ra súper posi­ti­va.

CA: Está­ba­mos hablan­do, en prin­ci­pio, de músi­ca ins­tru­men­tal. Agra­dez­co la men­ción en tu rese­ña de DOMi & JD Beck, un dúo de chi­cos de die­ci­séis y vein­te años. Ano­che cuan­do leí la rese­ña me puse a escu­char­los y me pare­cie­ron mara­vi­llo­sos. Están apa­dri­na­dos tam­bién por Ander­son .Paak, en esta com­bi­na­ción que men­cio­nas­te de esté­ti­cas y len­gua­jes. Es muy intere­san­te.

En lo que se refie­re a la poé­ti­ca, a la letra de la can­ción: hay can­cio­nes que vos can­tás con letras que tam­bién son tuyas. ¿En qué bús­que­da estás en ese aspec­to? ¿Qué rol cum­ple la letra o la poé­ti­ca den­tro de la can­ción?

AD: La letra para mí es dos cosas. En cier­ta mane­ra este pro­yec­to comen­zó como uno audio­vi­sual, y me dicen “Pero vos estás hablan­do mucho de cosas audio­vi­sua­les” y cla­ro, por­que en mi cabe­za hay un mon­tón de imá­ge­nes que des­pués hacen músi­ca. Cada una de las letras cuen­ta peque­ñas his­to­rias por sepa­ra­do, y al mis­mo tiem­po tie­nen un mon­tón de metá­fo­ras que expre­san cosas que me pasan cons­tan­te­men­te y que no pue­do expre­sar de otra mane­ra.

La for­ma de abor­dar las letras y con­te­ni­dos la tomo mucho de Des­troy Boys, que es una ban­da de punk de Esta­dos Uni­dos con una can­tan­te que es argen­ti­na y que toma mate todo el tiem­po. Tie­nen esa esen­cia de can­tar sobre cosas que te pasan pero de for­ma meta­fó­ri­ca, con mucho sen­ti­mien­to y con mucho poder. A mí me pasa eso. Por una par­te, cada una de mis letras cuen­ta una peque­ña his­to­ria des­de el prin­ci­pio has­ta el fin, y tam­bién tie­ne fra­ses bre­ves que te van dicien­do cosas que a mí me están pasan­do.

Por ejem­plo: “Mi boca está hecha de metal y tu nom­bre está gra­ba­do en mi inte­rior,” que apa­re­ce en mi can­ción Ran­dal, hace refe­ren­cia a esos momen­tos en don­de uno quie­re des­pren­der­se de algo y ter­mi­na hirien­do a otra per­so­na, y eso no se te va de la cabe­za. No lo podés olvi­dar por meses y meses, y de repen­te estás acos­ta­da y te acor­dás de lo que hicis­te antes y te decís “Quie­ro cam­biar, quie­ro mejo­rar, ¿cómo hago?” Te sen­tís como un peque­ño mons­trui­to en el medio de la gen­te. Cada can­ción tie­ne una espe­cie de res­ca­te meta­fó­ri­co y, al mis­mo tiem­po, son como his­to­rias en sí mis­mas.

CA: ¿Tenés pla­nes para tocar den­tro de poco? ¿Vas a venir por Posa­das? ¿Hay algu­na noti­cia que nos pue­das dar en ese sen­ti­do?

AD: Hay un gru­po en el que estoy invo­lu­cra­da que es Sec­ción His­to­rie­tas, en Obe­rá, y esta­mos orga­ni­zan­do una peque­ña feria en don­de esta­re­mos tocan­do en el cie­rre. Me pare­ce que es una idea muy copa­da la de ir, ayu­dar, y apor­tar en el gru­po de gen­te que hace cómics acá en Obe­rá. Des­pués se están orga­ni­zan­do varias cues­tio­nes con ban­das loca­les con las que estu­vi­mos en con­tac­to. Toda­vía no hay fecha ni hora­rio, pero estén aten­tos a las redes socia­les por­que lo vamos a estar publi­can­do. Cuan­do quie­ran que vaya­mos por Posa­das, mán­de­nos nomás un men­sa­ji­to y vamos para allá.

CA: Gra­cias Andrea por esta entre­vis­ta.

AD: ¡Gra­cias a uste­des! Les agra­dez­co la invi­ta­ción. 

Podés seguir las últi­mas noti­cias sobre Andrea Dul­ko en su canal de You­Tu­be o en su per­fil de Ins­ta­gram.

Esta entre­vis­ta fue rea­li­za­da ori­gi­nal­men­te en el pro­gra­ma “Cul­tu­ra en Movi­mien­to” de Radio Liber­tad. Pro­duc­to­ra de “Cul­tu­ra en Movi­mien­to”: Meli­sa Gómez Galeano. Ope­ra­ción Téc­ni­ca de Radio Liber­tad: Héc­tor Komi­sars­ki. Seguí a “Cul­tu­ra en Movi­mien­to” en Ins­ta­gram.