Tuvimos el placer de acceder a una obra difícil de definir. Quizás podríamos determinarlos como libros y objetos de arte en igual parte. Dama & Amo, de Julio Resek, es una publicación insólita en la escena literaria de Misiones. En palabras del autor: “En la difícil tarea de expresarme no bastan las palabras. Para transmitir un sentir, ¡debo tocar todos los sentidos que correspondan! En esa dirección vamos. Dama & Amo no es un simple libro; es el sentir de mi vida.”
¿Pero por qué este proyecto, que va más allá de lo editorial, nos resulta insólito? Por lo original, por lo singular, porque está fuera de lo acostumbrado. Por dos motivos básicos: en primer lugar, por el formato; luego, por el contenido. Si quisiéramos sintetizar estos libros, podríamos decir que son una puesta en escena de la naturaleza y la cultura, o una experiencia multisensorial donde las palabras tienen un poder mágico. Para los egipcios no existía nada antes de haber sido hablado, arrojado de adentro hacia afuera. La lengua permite expresar todo lo que se ama, pero también todo lo que se aborrece; la totalidad de las cosas. Nada puede ser referido antes de haber recibido su nombre en voz alta.
En este caso surgen dos libros atesorados dentro de cajas con un pequeño atril desmontable, para poder leerlos como si nos transportáramos a un scriptorium medieval. Esta producción editorial también nos remite a la figura del illigatorliborum, un encuadernador que asumía la tarea de fabricar la cubierta de cuero y el cierre, a menudo muy finamente trabajados. De todos modos, una obra con estas características podría ser un libro-álbum o un libro-objeto, como ya mencionamos. El logro es la intervención conjunta de dos artistas, conjugando palabras (en español y guaraní) e imágenes, generando significados que despiertan intuiciones arcanas, y movilizando emociones turbadoras en el lector-explorador.
Cuando la palabra abre lo indecible

Wittgenstein se preguntaba si hay un orden a priori en la naturaleza. Y si lo hay, ¿en qué consiste? Porque las proposiciones de la continuidad de la naturaleza o del mínimo gasto (como el principio de razón y la causa-efecto) son todas intuiciones a priori. Incluso se ha sospechado que tenía que verificarse una “ley de la mínima acción.” Suponiendo que exista la ley, incluso en otros principios dados, como los axiomas, en ningún momento la ley y los principios nos dicen lo que ocurre. Pero la cosa se enreda filosóficamente porque hay autores (Resek es uno) que piensan como Platón en Timeo, que la naturaleza es una especie de poema, dada su exuberancia y prodigalidad (aunque Aristóteles decía que la naturaleza era ecónoma, no derrochaba así nomás sus fuerzas).
Sin embargo, bien podemos encontrar en la provincia de Misiones escritores que sienten verdaderamente que, al menos aquí, en la selva, se puede hacer un poema escrito como oda, que vaya durante todo su desarrollo contrabalanceándose en opuestos. En Dama & Amo está la muestra. Esta idea pasó por numerosos pensadores en la antigüedad y en la Edad Media, hasta que la metáfora del poema se transformó en “libro.” En el libro de la naturaleza, el conjunto de las cosas que existen, el principio organizador de la vida, compone el poema con signos y símbolos (que por supuesto los y las escribas modernas son capaces de descifrar). Goethe, en su libro La Metamorfosis de las Plantas, habla del jeroglífico de la diosa naturaleza que hay que reconocer y saber descifrar. Pero también pensaban así Novalis, Schelling, Rilke, y Bergson, entre otros.
En el siglo XIX, concretamente en 1848, reencontramos la idea de Universo-Poema en Eureka, de Edgar Allan Poe. Allí se describe la gran pulsación, el eterno retorno, el juego de fuerzas de sístoles y diástoles . . . o sea, un cosmos (en nuestro caso, la selva) identificado con una obra de arte, cuya belleza misma es la propia garante de su verdad. ¿Bécquer era el que afirmaba que podrá no haber poetas pero que siempre habrá poesía?
El poeta aspira, desde el primer volumen de Dama & Amo, a imitar la “paleta infinita” de la provincia. En el fondo se está tratando de transcribir, mediante el arte, ese “poema” de la naturaleza.

El prologuista nos advierte que estamos ante “un relato polifónico,” donde priman “mensajes que interpelan a la condición humana y sus formas de entender el amor.” Una fábula onírica, un cruce constante de dimensiones donde la selva y el Yaguareté danzan un ballet que nos lleva a evocar El Sueño de una Noche de Verano, de William Shakespeare. Los capítulos fluyen y nos desafían desde un lugar donde la palabra se expresa sin filtros. Operando no como mediación semántica con el otro, sino como revelación del inconsciente. Tomamos prestado de Jacques Lacan esta reflexión.
La naturaleza fue representada como una mujer en diferentes culturas a lo largo de la historia; algunos la llamaban Artemisa o Isis, otros Madre Tierra o Pachamama. En este libro, recibe el nombre de “Dama.” Sale el poeta a buscarla. Así comienza Dama & Amo 2 (ya se han producidos dos volúmenes y viene en camino un tercero): con el subtítulo “Buscándote.” Y después, el recorrido sigue y pasa por Candelaria, por el Cerro Santa Ana, por Salto Encantado, por los Saltos del Moconá, por Wanda y la Garganta del Diablo. Con el nombre de sus capítulos designa asimismo el periplo poético: “Purpúreo Corazón,” “Como Niños,” “Miedos y Sentidos,” “Buscándote (Otra Vez),” y “Hoyuelos.”
El que rastrea el amor de la Dama pasa por dos estados definidos: en primer lugar, la turbulencia, lo caótico, el desasosiego; en segundo lugar, “la mecánica de los fluidos, y después de doscientos diez millones de latidos, el flujo laminar, calmo y tranquilo.” Aquí, canta el autor, “renació en el alma, en el raciocinio, en el corazón.” Pero no deja de ser algo pasajero, como si su destino fuera siempre la agitación. Porque creemos que el destino de Amo es estar bajo el influjo perenne del amor, como cuando creía tener todo controlado hasta que se enamoró en “Miedos y Sentidos.”
En estos libros extraños dentro del panorama literario de la provincia, el autor se resume en los opuestos constantes, en los estados contradictorios, como si fuera una dialéctica del espíritu. Pide a la razón, a la intuición, y a la pasión que tomen el control de los sentidos y la conquisten a ella.
El Amo no está solo, está con los habitantes de la selva, está con los genios y brujos del monte, está en sus colores y sus quebrantos y los astros, el sol, la luna, las estrellas, las oquedades de la tierra, las gemas de Wanda. Los dos ejemplares son una catarata del lenguaje, y las palabras claves se repiten, potencian, y contrapesan. La mismísima selva, con su hermosura, posee el modo malo (“el Diablillo,” “el Brujo del Mal”), y el modo bueno y amoroso (“la Bruja Blanca del Amor,” el acuífero guaraní, el agua).
La gramática visual

Hemos mencionado al inicio del artículo que estos libros-objeto-experiencia construyen una narrativa expandida utilizando dos recursos artísticos: la palabra y la imagen. En el caso de las ilustraciones que acompañan al poemario, cabe destacar la participación (siempre imbricada con el poeta) del ecuatoriano Facundo Tejeda Cajas, más conocido como “Fado.” Celebrado por sus murales y su heterogénea formalización estética, este genetista devenido disruptivo artista visual conjura la atmósfera sensorial de las obras de Dama & Amo. Difícil ejercicio intentar referenciar el imaginario creado por Fado. Pueden intuirse influencias del muralismo callejero, del comic y, arriesgándonos a volar por el trapecio sin red, hasta una cierta reminiscencia de Keith Haring. Quizás porque ambos asumieron compromisos con el pop y el arte callejero, y Fado replica un trazo gestual naif y complejo a la vez.
Es de destacar el enfoque intercultural de los pasajes bilingües, en español-guaraní (traducidos por Omar Cibils), y las ediciones tan impecables que gestionó Sergio Álvez en colaboración con Sayky Encuadernaciones.
Un último apunte: los dos libros físicos Dama & Amo no pueden ser rastreados. Solo ellos deciden ante quién se revelan y se dejan leer. Aunque anidan, en parte, dentro de internet.