Oño

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Estoy aquí des­can­san­do des­de hace diez horas: están deci­dien­do don­de va a ser mi últi­ma mora­da. Como hom­bre pre­ca­vi­do, siem­pre dije que me entie­rren con mi pri­me­ra espo­sa. Sé que esto no le hacía gra­cia algu­na a Edith, mi segun­da espo­sa. Viví con­ven­ci­do de que lo había acep­ta­do.

Hoy, recién hoy, tar­de para cual­quier suge­ren­cia, des­cu­bro que mi pedi­do no era acep­ta­do.

Aho­ra son los abo­ga­dos los que están deci­dien­do don­de voy a des­can­sar. Bien digo los abo­ga­dos, por­que mi hija tie­ne dos y mi segun­da espo­sa tres.

De haber­lo sabi­do, hubie­ra gas­ta­do mi dine­ro, en via­jar, ali­men­tar­me mejor, dar­me otros gus­tos, y aho­ra me doy cuen­ta. Cuan­do lo úni­co que pue­do hacer es nada.

Para que entien­das un poco más, duran­te el medio siglo que viví, tuve dos espo­sas. Con la pri­me­ra, Yoli, muer­ta hace vein­te años , a cau­sa de esa enfer­me­dad de enve­je­ci­mien­to pre­coz, sufrió mucho, la vida a su lado fue de muy pocas ale­grías, dos años, por­que antes de fes­te­jar nues­tro segun­do ani­ver­sa­rio de casa­dos, ya apa­re­cie­ron los pri­me­ros sín­to­mas de la enfer­me­dad, que en tres años de pade­cer y enve­je­cer la lle­vó . Casi, con el ali­vio de tener que dejar Sana­to­rios, Hos­pi­ta­les, con­sul­tas, Doc­to­res, inter- con­sul­tas, sólo el que las pasa lo sabe. Digo, casi, por­que de esta unión que­da Nancy, nues­tra hija, que quie­ra o no, jamás pue­de reem­pla­zar a su madre. Y es ella hoy la que esta pelean­do por mis res­tos.

A Edith, mi segun­da espo­sa la cono­cí, por­que sí, así como te digo, por­que sí. Un día tocan el tim­bre de mi casa, abro, comien­za hablar del gran men­sa­je de Jeho­vá. No se que me decía, lo úni­co que hacía era mirar­la e invi­tar­la a salir. Cla­ro ella no ima­gi­na­ba don­de esta­ban mis pen­sa­mien­tos. La invi­to a pasar, ella con­ti­núa hablan­do “del gran men­sa­je de sal­va­ción”, No se que dijo, ni que pasó, lo recuer­do como si lo vivie­ra, mi pro­pues­ta fue cla­ra. Deja­ré de beber, y con­quis­ta­ré a esta mujer. Y así lo hice. Al año estu­vi­mos casa­dos y al poco tiem­po nace Juan, mi segun­do hijo. La con­vi­ven­cia con mi hija, mi mujer no se hizo de lo mejor. Así que opté por dejar a mi pri­me­ra hija sola y cam­biar­nos a un nue­vo domi­ci­lio con mi mujer y Juan.

Mi hija vivió por un tiem­po, estu­dian­do, tra­ba­jan­do has­ta que cono­ció su gran amor. Por más que me opu­se y tra­té de acon­se­jar­la, no acep­tó nada de mí. Su gran amor resul­tó lo que yo le había anti­ci­pa­do, dro­ga­dic­to, muje­rie­go, vivi­dor, a pesar de esto ella sigue ena­mo­ra­da, como cuan­do se casó. Yo siem­pre espe­ré que ven­ga con la noti­cia de la sepa­ra­ción y la nece­si­dad de ayu­da para con su hija. No logré rea­li­zar este deseo, ella su hija y Ese, siguen jun­tos. Todas las maña­nas pasa­ba por su casa para que me diga, NO VA MÄS, pero, nun­ca pasó. Y el tam­bién esta acá como par­te de la fami­lia deci­dien­do que hacer con mis hue­sos. El que no sabe siquie­ra que hacer con su vida, cree tener deci­sión sobre mis res­tos. Y yo aquí tie­so como una pie­dra, tan sólo estan­do, has­ta que deci­dan.

Aquí lle­ga Edhit, lo que era encuen­tro de abo­ga­dos aho­ra es de hija, espo­sa, yerno, hijo, no digo mal, hijo no, él no se mete, él es la vic­ti­ma de todo esto. Juan, mi hijo, quie­re que me entie­rren lo antes posi­ble y ter­mi­nen los pape­lo­nes; reli­gio­sos, fami­lia­res, y de fal­ta de cari­ño. Cari­ño que yo no les dí cuan­do esta­ba con ellos.

Hay, si en vez de cri­ti­car al mari­do de mi hija lo hubie­ra que­ri­do y lle­va­do hacer un tra­ta­mien­to. Si en vez de bus­car una nue­va casa hubie­ra hecho de que Edith y mi hija se cono­cie­ran y con­vi­vie­ran , Si por una sola fecha impor­tan­te los hubie­ra reu­ni­do a todos y le hubie­ra dicho que los quie­ro a todos y a todos por igual con ese amor dis­tin­to que uno pue­de sen­tir. Por­que no es el mis­mo amor de espo­so, padre, abue­lo, ami­go, todos son cari­ños irrem­pla­za­bles, dis­tin­tos, pro­fun­dos, que ni por un momen­to se pue­de pen­sar en suplan­tar o reem­pla­zar, todos son cari­ños, que lle­nan, que dis­fru­tan pero, nun­ca debe­rían com­pe­tir. Recién aho­ra me doy cuen­ta. Que infe­liz difun­to me sien­to. Que impo­ten­cia de muer­te ver­da­de­ra me domi­na.

Pen­sar, que se yo si es pen­sar, refle­xio­nar, idear, no se como se dice esto en voca­bu­la­rio de muer­tos. Vos inter­pre­ta lo que te quie­ro comen­tar; resul­ta que Edith, mi segun­do amor, tes­ti­go de Jeho­vá, no per­mi­tió que me asis­tan con medi­ci­nas, cal­man­tes, trans­fu­sio­nes, y todo eso. Ella hacía, lo que para ella esta­ba bien. Lo que su reli­gión la guia­ba y no pue­de enten­der el “plan­tea­mien­to” , deman­da judi­cial, de mi hija por aban­dono de per­so­na

Mi hija cató­li­ca, apo­ya­da por su abue­la, tam­bién con dios de ora­cio­nes, can­tos, ritos, y nada de tes­ti­mo­nio o poner­se en el lugar del otro. Un dios que está en la igle­sia, en los cua­dros, en las estam­pi­tas, pero no un Dios capaz de ser ami­go, her­mano, madras­tra, hijas­tra, nada de eso, y no las cul­po. Yo no hice nada por hacer­las cono­cer a este Dios que me lle­va, a este Dios que me espe­ra, que me va a pedir cuen­ta. ¿ Qué le diré? Que no me alcan­zó el tiem­po, que el tra­ba­jo, que no me qui­sie­ron escu­char .¿ Qué le diré?. Esta debe­ría ser mi preo­cu­pa­ción y no la de don­de los abo­ga­dos deci­dan poner mis des­po­jos huma­nos.

Si Dios me die­ra tan siquie­ra dos segun­dos, para decir­les a las dos , a los tres, cuan­to les quie­ro, cuan­to nece­si­to que pidan per­dón por mis peca­dos, que vivan mejor de lo que he hecho.

¿Será que si con­si­go ese minu­to, segun­do, las voy a con­ven­cer?; ¿Yo tam­bién me enros­ca­ría en sus peleas y no val­dría la pena el inten­to?

Ya me lle­van, ganó mi espo­sa con sus tres abo­ga­dos.

El nue­vo y últi­mo pape­lón, unos quie­ren orar, y otros rezar el Padre Nues­tro. Por suer­te Juan rodea con sus bra­zos a su madre y la reti­ra. Los demás me despiden…como les pare­ce.

Es mi úni­co y peor vela­to­rio.

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Nació en Colonia Julio U Martín, Campo Viera, Misiones. Lectora, desde pequeña felicitada por sus redacciones y cuestionada por los errores de ortografía, razón por la que comienza a escribir. Conceptúa que; “escribir se aprende escribiendo”. Entre los títulos publicados encontramos;”Cholu el sapo”, “Lecturas con son risas”, “Jugando con cáncer” 1º y 2º edición, “Me dictó un pajarito azul”, “La rata ana”, “El hijo del colono”, antologías con autores regionales, de Misiones y nacionales, y muchas otras Son numerosos los premios a sus creaciones a nivel local, provincial, nacional e internacional. Mérito 2013 – integrar el libro “grandes mujeres de la provincia de misiones” Decoro 2014 – jubilarse como maestra de grado de la escuela nº 42 “república del paraguay” y directora del nivel inicial y primario del instituto madre de la misericordia de posadas, misiones Actualmente se dedica al fomento de la lectura promocionando libros de autores misioneros.