Criada por las letras: Entrevista a la escritora Evelin Rucker

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Una foto de Evelin Rucker en un retrato con colores alrededor.

La misio­ne­ra Eve­lin Ruc­ker tie­ne mucho para con­tar sobre las idas y veni­das de ser una escri­to­ra en Misio­nes. Exhi­bien­do en sus obras un fuer­te amor por la natu­ra­le­za pero tam­bién por la lite­ra­tu­ra infan­til que empo­de­re y no que mar­gi­ne, en reali­dad tie­ne pasión por todo tipo de escri­tos y es, en la acción, una aman­te asi­mis­mo de la explo­ra­ción y el des­cu­bri­mien­to. Char­ló un rato con NEACONATUS y se refi­rió, con toda hones­ti­dad, a su opi­nión sobre el len­gua­je inclu­si­vo y su rela­ción con la evo­lu­ción social, el esta­do de la indus­tria de publi­ca­ción en la pro­vin­cia, y cómo los escri­to­res inde­pen­dien­tes se están abrien­do paso en un entorno que los reci­be y des­he­cha en par­tes igua­les.

NEACONATUS: ¿Cuál es tu títu­lo aca­dé­mi­co? ¿Dón­de estu­dias­te?

EVELIN RUCKER: Soy pro­fe­so­ra de Cas­te­llano, Lite­ra­tu­ra, y Latín reci­bi­da en el Ins­ti­tu­to Anto­nio Ruiz de Mon­to­ya, maes­tran­do en Ense­ñan­za de la Len­gua y la Lite­ra­tu­ra en la Uni­ver­si­dad de Rosa­rio.

NEACONATUS: ¿Des­de cuán­do leés lite­ra­tu­ra y des­de cuán­do escri­bís?

RUCKER: Ten­dría que remon­tar­me a vidas pasa­das para encon­trar­me sin lite­ra­tu­ra. En esta vida, prác­ti­ca­men­te des­de que ten­go uso de razón: los cuen­tos de mi abue­la, la can­ti­dad de libros siem­pre a mano en casa, y la nece­si­dad de des­ci­frar­los habrán apa­re­ci­do a los 8 ó 9 años y a la mis­ma edad ya me inven­ta­ba his­to­rias y escri­bía car­tas inter­mi­na­bles a tías y pri­mas que vivían lejos. Nada publi­ca­ble, pero fue mi mane­ra de comen­zar.

NEACONATUS: Pitzi es una nove­la auto­bio­grá­fi­ca. ¿Por qué la escri­bis­te? ¿Te cos­tó hacer­la? ¿Nece­si­ta­bas un dis­tan­cia­mien­to?

RUCKER: Pitzi fue, en su momen­to, una gran catar­sis, enten­dién­do­se a ésta como una libe­ra­ción de los recuer­dos que alte­ran la men­te. Aun­que es auto­bio­grá­fi­ca, uti­li­cé algo de las cons­te­la­cio­nes fami­lia­res para hon­rar y reco­no­cer a mis ances­tros, no des­de sus his­to­rias tem­po­ral­men­te linea­les sino des­de lo mági­co y román­ti­co.

NEACONATUS: ¿Es el pro­ble­ma ambien­tal tu mayor preo­cu­pa­ción? Te lo pre­gun­ta­mos por Libro de la Madre Tie­rra o El Jar­di­ne­ro de la Madre Tie­rra.

RUCKER: No pue­do decir que sea una preo­cu­pa­ción ya que muy pocas cosas me preo­cu­pan. Pre­fie­ro con­si­de­rar a ambas (nove­la y obra de tea­tro) como una mane­ra lúdi­ca de trans­mi­tir mi amor por la natu­ra­le­za. Ambos libros están basa­dos en un cuen­to que me narra­ba mi abue­la y sobre el que yo hacía inter­mi­na­bles pre­gun­tas que lle­va­ban a que la his­to­ria sea infi­ni­ta.

NEACONATUS: ¿Te con­si­de­rás pri­mor­dial­men­te una escri­to­ra de lite­ra­tu­ra infan­til? Ade­más de las men­cio­na­das, tam­bién está Hela­do de Cho­co­la­te.

RUCKER: Diría más bien que la mayor can­ti­dad de libros que he publi­ca­do están dedi­ca­dos a los niños, pero no es lo que más escri­bo.

NEACONATUS: ¿Exis­te la lite­ra­tu­ra infan­til como géne­ro? ¿El cali­fi­ca­ti­vo “infan­til” o “infan­cias” indi­ca una fran­ja eta­ria de lec­to­res posi­bles, o sir­ve como nomen­cla­tu­ra de biblio­te­ca (para ubi­car más fácil los libros en los estan­tes)?

RUCKER: Como “lite­ra­tu­ra infan­til” entien­do a tex­tos que un niño pue­de leer, com­pren­der, y dis­fru­tar fácil­men­te. Esos mis­mos libros deben engan­char tam­bién a un adul­to. No creo en la lite­ra­tu­ra para niños que copia imá­ge­nes del dadaís­mo y mucho menos aque­lla que los con­si­de­ra infra­do­ta­dos. Un niño tie­ne que ele­gir sus libros (y bien que lo hacen cuan­do les damos la posi­bi­li­dad) de acuer­do a sus gus­tos, aun­que a veces de esta mane­ra se incli­ne por uno de astro­fí­si­ca.

NEACONATUS: Nota­mos que estás muy aten­ta al tema de la orto­gra­fía. ¿Es gra­ve la situa­ción, o la pode­mos com­pa­rar con el défi­cit de voca­bu­la­rio?

RUCKER: La situa­ción de la orto­gra­fía y de la gra­má­ti­ca es gra­ve sobre todo en pro­fe­sio­na­les de la comu­ni­ca­ción. No veo que haya empeo­ra­do en los últi­mos cien años en la pobla­ción en gene­ral, pero hoy es más visi­ble, y enton­ces nota­mos los erro­res ya que todos escri­bi­mos y publi­ca­mos en las redes socia­les. La orto­gra­fía no empeo­ró con las redes, sino que se mul­ti­pli­ca­ron los erro­res por­que en el siglo XXI, la gen­te, en vez de hablar, sue­le escri­bir. En cuan­to a quie­nes ten­dría­mos que pres­tar­le suma aten­ción a cómo escri­bi­mos (docen­tes, escri­to­res, perio­dis­tas) veo un nivel pau­pé­rri­mo, con un lexi­cón aco­ta­dí­si­mo, y eso es preo­cu­pan­te. La pala­bra es nues­tra herra­mien­ta de tra­ba­jo y si no la defen­de­mos noso­tros lue­go no pre­ten­da­mos que alum­nos de la escue­la secun­da­ria o uni­ver­si­ta­rios la uti­li­cen bien.

NEACONATUS: ¿Qué opi­nás del “len­gua­je inclu­si­vo”?

RUCKER: El len­gua­je inclu­si­vo es un cam­bio en la len­gua debi­do a nue­vos para­dig­mas socia­les. Cada pala­bra hace visi­ble una reali­dad y sería bueno, hoy, des­de el res­pe­to por el idio­ma, comen­zar a desa­cra­li­zar al ver­bo. El movi­mien­to social femi­nis­ta trae como con­se­cuen­cia un cam­bio inevi­ta­ble en nues­tras cos­tum­bres y, por ende, tam­bién en el habla. El géne­ro mas­cu­lino en los plu­ra­les es un refle­jo de la socie­dad patriar­cal que ha domi­na­do a la mayo­ría de los idio­mas exis­ten­tes. Sabe­mos que poner en dis­cu­sión al patriar­ca­do impli­ca refle­xio­nar sobre nues­tras pro­pias prác­ti­cas socia­les y cul­tu­ra­les, y eso no se da de un día para otro. Veo que son los más jóve­nes los que de una u otra mane­ra (con le o sin le) crea­rán el cam­bio.

NEACONATUS: ¿Cómo ves el pano­ra­ma lite­ra­rio misio­ne­ro, la cali­dad de las obras, la reno­va­ción de esti­los y temas, y la edi­ción y dis­tri­bu­ción de libros?

RUCKER: Com­pa­ran­do a Misio­nes con otras regio­nes del mun­do, tene­mos obras tan bue­nas y tan malas como cual­quie­ra, y esto no es nue­vo. Pero tra­te­mos de que­dar­nos con las bue­nas obras, con los bue­nos libros, ya que los demás caen por su pro­pio peso. En cuan­to a la edi­ción y dis­tri­bu­ción está prác­ti­ca­men­te rele­ga­da al esfuer­zo del autor.

NEACONATUS: Si obser­vás algún incon­ve­nien­te en la “cade­na del libro” para incen­ti­var la lec­tu­ra, ¿qué medi­das para solu­cio­nar­lo se podrían tomar a nivel ofi­cial y/o pri­va­do?

RUCKER: Des­de lo ofi­cial, creo que fal­tan polí­ti­cas públi­cas que estu­dien seria­men­te el tema. Des­de lo pri­va­do, algu­nos pone­mos peque­ñí­si­mos gra­ni­tos de are­na des­de las aulas, des­de la reco­men­da­ción en redes socia­les, y aplau­dien­do fuer­te a cada libro nue­vo que apa­re­ce, aun­que obvia­men­te esto no es sufi­cien­te. Edi­tar y dis­tri­buir libros no debe­ría ser un tra­ba­jo ni del autor ni de los afi­cio­na­dos.

NEACONATUS: ¿Qué influen­cias lite­ra­rias tenés? ¿Cuá­les son tus auto­res favo­ri­tos?

RUCKER: El rea­lis­mo mági­co fue un engra­na­je fun­da­men­tal en mi for­ma­ción, y lue­go se con­vir­tió en un amor apa­sio­na­do que has­ta hoy me mar­ca. En cuan­to a auto­res, son tan­tos y tan diver­sos que es impo­si­ble con­tar­los. En reali­dad, voy ena­mo­rán­do­me de cada buen escri­tor que leo, y enton­ces lo releo y lue­go lo ana­li­zo, dis­fru­to, y sufro al dejar­lo ir para tomar al pró­xi­mo. Aho­ra estoy leyen­do a jóve­nes escri­to­res como Mai­ral, Alar­cón [fun­da­dor y direc­tor de la Revis­ta Anfi­bia], Tenem­baum, y Ánge­les Sal­va­dor.

NEACONATUS: Tu for­ma de ser y estar en la pro­vin­cia, sugie­re una cier­ta acti­tud “media­do­ra.” Te rela­cio­nás con dis­tin­tas tri­bus lite­ra­rias y, a su vez, las conec­tás. ¿Por qué esta cua­li­dad?

RUCKER: No lo sé; es muy diver­ti­da y hala­ga­do­ra esta pre­gun­ta. Supon­go que tie­ne que ver con mi for­ma de ser y de vivir la lite­ra­tu­ra: sin com­pe­tir ni juz­gar y crean­do espa­cio para todos, algo que cuan­do mos­tra­ba al mun­do mi pri­mer libro apren­dí de Aní­bal Sil­ve­ro.

Ori­gi­nal­men­te publi­ca­do en NEACONATUS. Reedi­ta­do para Misio­nes Cul­tu­ral.