Un día de mi infancia

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Des­pier­to. Al abrir los ojos se me apa­re­cen los extra­ños dibu­jos de las pare­des, obra de un parien­te, pin­tor de bro­cha gor­da con velei­da­des de artis­ta. Siem­pre me impre­sio­na­ron sus irre­gu­la­res for­mas fan­tas­ma­gó­ri­cas.
A veces los veo en sue­ños.
Voy al baño y ter­mino de qui­tar­me la modo­rra mati­nal con agua hela­da de la cani­lla, pare­ce estar conec­ta­da con la Antár­ti­da. El mate coci­do y galle­ta con man­te­ca es mi desa­yuno inva­ria­ble y coti­diano, pre­vio a mi par­ti­da hacia la escue­la, ésta que­da a la vuel­ta de la esqui­na, ni pen­sar en una “rabo­na”, es más, todo el barrio me cono­ce. La calle en don­de vivi­mos des­de hace ya algu­nos años es de tie­rra, mi vere­da de ladri­llos, no muy ancha.
En la esqui­na de casa cru­za la calle Arias — la de la escue­la — ado­qui­na­da artís­ti­ca­men­te, dis­pues­tos sus blo­ques en un moti­vo pare­ci­do al aba­ni­co. Está arbo­la­da con plá­ta­nos; una puer­que­za, por­que cuan­do llue­ve – esta­mos en oto­ño — el col­chón de hojas caí­das de ésas plan­tas tapo­nan los des­agües, inun­dan­do toda la calle. Los chi­cos de la otra cua­dra para venir a la escue­la, deben cru­zar la calle a las zan­ca­das, al mejor esti­lo Nuré­yev, lo cual no arre­gla nada: se que­dan toda la maña­na con los pies moja­dos. Por suer­te, no es el caso de este día, aun­que inver­nal anti­ci­pa­da­men­te, no mues­tra pre­sa­gio de llu­via, por aho­ra.
La maña­na se des­li­za entre arit­mé­ti­ca (la bue­na de mi maes­tra tra­ta de hacer­la menos ári­da) len­gua­je, his­to­ria, algu­na redac­ción alu­si­va, y reli­gión. Duran­te esta cla­se, a Miz­rahi lo man­dan a leer al patio cubier­to. Él es judío.
La cam­pa­na mar­có la hora de regre­so a casa. Des­pués de comer, a la sies­ta me dedi­ca­ré a las tareas, para lue­go poder salir a jugar a la pelo­ta con los chi­cos del barrio, en el potre­ro pega­do a la casa de los Cera­ti... Creo, esta es la mejor hora del día... Has­ta que la vie­ja me lla­me “aden­tro”.

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nació en la ciudad de Buenos Aires el 5 de octubre de 1939. Cursó sus estudios primarios en la escuela N° 28 "Juan Benjamín Terán" y secundarios en el Colegio Nacional N° 2 "Domingo Faustino Sarmiento". Ya en la tierra colorada, forma parte del equipo responsable de la instalación y puesta en aire de LT 85 TV Canal 12, de donde acaba de retirarse. En 2005 decide liberar al escritor oculto debajo de mucha bibliografía técnica e ingresa al taller literario dictado por la profesora Glaucia Sileoni. El año de 2012, luego de su primera publicación del cuento "La Otra Muerte de Borges" en el matutino Primera Edición, se suma al taller de cuentos conducido por el profesor Raúl Novau. En 2013, finalizada la actividad, es publicado en "Antología de Taller de Cuentos" En 2014 es publicado su cuento "Jeroglíficos" en "Antología de Cuentos y Relatos", edición de SADE, con motivo de la 40a. Feria Internacional del Libro. Manifiesta sentirse halagado por la publicación, y haber acompañado en ella a escritores misioneros de la talla de Olga Zamboni y Sebastián Borkoski.