El silencio ayuda

0
149
Encabezado de

El silen­cio ayu­da
a no estar petri­fi­ca­do;
mi cabe­za se guar­da,
se repri­me y llo­ra, gri­ta,
ale­tea, pal­pi­ta, y bom­bea.

El silen­cio ayu­da
a que mi dia­man­te siga bri­llan­do;
a que mis ojos obser­ven cer­ca
anhe­lan­do, sus­pi­ran­do, y dis­fru­tan­do;
via­jan­do, y cono­cien­do, lle­gan­do.

El silen­cio ayu­da
a que no se esca­pen los insec­tos de mi caja.
Ellos saben
y callan, las­ti­man, aban­do­nan
huyen, y fallan, y usan.

El silen­cio ayu­da
a no aho­gar­me
y yo lo ayu­do
mien­tras lo man­ten­go vivo.

Sobre el autor:
G.I. Chi­di­chi­mo es un escri­tor misio­ne­ro actual­men­te radi­ca­do en Posa­das.