
El Banco de Inglaterra subió sus tasas de interés por undécima vez en sólo 18 meses después de que la inflación anual en febrero alcanzase un inesperado 10,4%. La suba de tasas de interés, definidas de forma llana como el porcentaje cobrado por sobre la cantidad de dinero que se deposite en el banco o que éste preste o que reciba de un préstamo, tienen un impacto notable dentro de todas las partes de una economía, pero se siente más en los niveles sociales más bajos, pues son estos los que son más proclives, por los propios movimientos económicos, a no poder hacer frente, por ejemplo, a cualquier préstamo que hayan pedido para adquirir un automóvil, una casa, o pagar cuentas, entre otras cosas. Esto, ya de por sí bastante grave, se ve exacerbado por el hecho de que el nivel inflacionario de Reino Unido es actualmente el más alto desde 1977, habiendo aumentado considerablemente después del comienzo del conflicto entre Rusia y Ucrania (como se observa en el gráfico de arriba), pero también por la reciente crisis bancaria que tiene a todo el mundo en vilo y por la escasez de cosechas debido al clima. Esto hace posible que alguien que reciba un sueldo anual dado haya pedido un préstamo por una cantidad cuatro veces más grande justo antes de que los niveles inflacionarios aumenten, lo que hace que — junto con la suba de las tasas de interés — ya no tengan manera de pagar sus deudas. La diferencia entre las posibilidades económicas de tal estrato social con quienes toman las decisiones de subir las tasas de interés, y quienes se ven beneficiados por ello, es palpable; y, además, no es algo que pueda ser controlado por quienes terminan siendo los más afectados. Extraño como funciona la economía.