Algunos miembros de la legislatura del estado estadounidense de Texas propusieron esta semana la creación de una “fuerza de seguridad” diseñada para que autoridades, en colaboración con civiles voluntarios, tengan permiso para atacar a los inmigrantes que logren entrar a las fronteras del estado, según se explicó en un borrador presentado por el representante Matt Schaefer. Dade Phelan, el presidente de la Cámara de Representantes estatal, se mostró entusiasmado con la idea, afirmando en un discurso frente a un poderoso think tank conservador que el “sudeste de Texas” tiene “cuatro prioridades”: Dios, los bebés, la Segunda Enmienda (que habilita la libre portación de armas en Estados Unidos), y la frontera, y que esta propuesta de ley, que se planea presentar oficialmente la próxima semana, busca asegurarse de cumplir el cuarto punto, para hacerles saber a los inmigrantes que están entrando en un “estado conservador.” Si es aprobada, la ley abriría el paso para que cualquier inmigrante sea condenado a tiempo de prisión por entrar al territorio ilegalmente, incluso si es la primera vez que lo hace. Bajo la excusa del narcotráfico, también habilitaría la posibilidad de usar “fuerza no letal” para “detener las operaciones transnacionales en la región fronteriza,” aunque — tal y como ya se demostró varias veces en varios casos — este tipo de propuestas no siempre salen de la forma utópica en la que fueron concebidas, y mucho menos en manos de ciudadanos sin entrenamiento alguno. El organismo que se formaría al aprobarse la ley, que “controlaría” todo el asunto, existiría hasta 2030, momento a partir del cual el gobierno podrá decidir sobre su reautorización o revocación.