Amor en tiempos de alta política: Reseña de “El Deseo y la Furia,” de Luis Benítez

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Encabezado de la reseña de Alejandro Bovino Maciel del libero

Luis Bení­tez aca­ba de publi­car una nove­la his­tó­ri­ca, El Deseo y la Furia, sobre los amo­res de Cami­la O’Gorman y el cura Ula­dis­lao Gutié­rrez en los fero­ces tiem­pos del gober­na­dor Juan Manuel de Rosas y la San­ta Fede­ra­ción.

Mucho se ha escri­to sobre este amor polí­ti­co-reli­gio­so. Y la his­to­ria con­ver­ti­da en leyen­da fue tema de ran­cha­das entre mates y arreos des­de los tiem­pos del Res­tau­ra­dor. Pero fue la pelí­cu­la Cami­la, de María Lui­sa Bem­berg, la que fosi­li­zó la his­to­ria de la pare­ja trá­gi­ca como un des­atino en el gobierno de don Juan Manuel. La his­to­rio­gra­fía mitris­ta abo­nó esta ver­sión, que fue refu­ta­da pos­te­rior­men­te por el revi­sio­nis­mo: una cor­te de juris­tas con­vo­ca­da por Rosas dic­tó la sen­ten­cia, entre ellos Dal­ma­cio Vélez Sárs­field, de quien pode­mos pen­sar lo que nos ven­ga en ganas, pero jamás repu­tar­lo como mazor­que­ro.

Luis Bení­tez tie­ne el pul­so de quien escri­be sin dejar­se embau­car por los des­víos de las ten­den­cias. Cono­ce las ace­chan­zas del pasa­do. Luis Bení­tez espan­ta los demo­nios seduc­to­res de los argu­men­tos sim­plis­tas de folle­tín. Luis Bení­tez se embar­ca en el tiem­po de aquel tiem­po tumul­tuo­so para des­en­re­dar la made­ja de aque­llos años que los manua­les pue­blan con faci­li­dad de villa­nos y de pró­ce­res. Allá don­de un his­to­ria­dor per­ci­be en bri­llo del bron­ce, Luis Bení­tez sos­pe­cha que es sola­men­te una silue­ta huma­na y pru­den­te­men­te toma dis­tan­cia.

Ins­ta­la­dos en la resi­den­cia del comer­cian­te Adol­fo O’Gorman, los lec­to­res vamos cono­cien­do a la fami­lia y los cria­dos, y esa recrea­ción domés­ti­ca de la Bue­nos Aires que deja­ba de ser la villa colo­nial para des­per­tar al siglo XIX es la pre­sen­ta­ción magis­tral que nos entre­ga el autor si cree­mos, como muchos cree­mos, que el ambien­te es la mitad del ser humano.

Luis Bení­tez ha teji­do una finí­si­ma hebra del pasa­do, pero con tal cali­dad de deta­lles que nos sen­ti­mos habi­tan­tes fuga­ces de esas caso­nas seño­ria­les y las estan­cias de la fami­lia. Si se nece­si­ta­ba el mar­co kan­tiano de tiem­po y espa­cio para la per­cep­ción, Luis Bení­tez, des­pués de ins­ta­lar­nos en esa socie­dad por­te­ña tem­blo­ro­sa de divi­sas pun­zó, recu­rre a la intui­ción que ava­la una can­den­te ima­gi­na­ción para retra­tar a los per­so­na­jes cen­tra­les de la tra­ma: el omni­po­ten­te pater fami­liae Adol­fo, la ino­cen­te Cami­la, el reli­gio­so tucu­mano Ula­dis­lao, y el sar­gen­to Pan­ta­león Peral­ta Jove­lla­nos, uno de los mili­ta­res que se encar­gó de fusi­lar a los ena­mo­ra­dos.

De este modo diná­mi­co, la tra­ma de la obra va y vie­ne entre dos tiem­pos: el del jui­cio a Pan­ta­león Peral­ta Jove­lla­nos des­pués de Case­ros (1852) como res­pon­sa­ble de eje­cu­tar la orden de Rosas, y los tibios tiem­pos de amor entre Cami­la y Ula­dis­lao, en pleno fer­vor del gobierno de la San­ta Fede­ra­ción. La obra de Luis Bení­tez, como esas pin­tu­ras de los maes­tros fla­men­cos del Quat­tro­cen­to que en un mis­mo ámbi­to pin­ta­ban un uni­ver­so, no se detie­ne en el epi­so­dio de los aman­tes. En sus secuen­cias se des­plie­ga la ava­sa­llan­te per­so­na­li­dad de Facun­do Qui­ro­ga, los por­me­no­res de la Vuel­ta de Obli­ga­do, que fue la pri­me­ra defen­sa for­mal de nues­tra sobe­ra­nía, y has­ta la toma de Mal­vi­nas por par­te de mari­nos bri­tá­ni­cos. La his­to­ria no se recor­ta en el mar­co román­ti­co de las penu­rias del cura ena­mo­ra­do de la niña de socie­dad: la nove­la ava­sa­lla los lími­tes y se inter­na de lleno en la épo­ca con toda la com­ple­ji­dad de sus per­so­na­jes. Las des­crip­cio­nes del Luis Bení­tez tie­nen la pre­sen­cia de esa esta­tu­ra que el tiem­po fue des­gas­tan­do al pasa­do pero que, por medio de la magia del rela­to, se nos hace ins­tan­te:

Aque­lla hela­da maña­na de 1845, cuan­do die­ron las ocho las leja­nas cam­pa­nas de la igle­sia del Pilar, y lue­go se hicie­ron oír los cari­llo­nes de la más cer­ca­na San Nico­lás de Bari, entre bos­te­zos y mal­di­cio­nes, el hom­bre de turno des­ta­ca­do ese día por el Espa­ñol, ori­nó con­tra la pared de ladri­llos de la calle desier­ta sin ver que se acer­ca­ba ya el sereno de la parro­quia, pro­vis­to de esca­le­ra y lar­ga pér­ti­ga para apa­gar los faro­les ali­men­ta­dos con gra­sa de potro. El fun­cio­na­rio muni­ci­pal ya se le iba enci­ma al ver­lo hacer cuan­do el agen­te se vol­vió hacia él, dio la con­tra­se­ña mirán­do­lo muy fijo, y el sereno, dete­ni­do en seco y escon­dien­do rápi­do el reben­que, se le cua­dró y musi­tó su tími­do “viva la San­ta Fede­ra­ción,” antes de escu­rrir­se calle aba­jo a todo lo que le daban las pier­nas.

Con este bre­ve frag­men­to per­ci­bi­mos el cli­ma de aquel ayer. Está crea­do el ambien­te narra­ti­vo, aquel pai­sa­je ya vie­jo de recuer­dos, los per­so­na­jes calle­je­ros que viven en las pági­nas; sen­ti­mos, como lec­to­res, el apu­ro del hom­bre sor­pren­di­do en una fal­ta, la dis­trac­ción del sereno.

En ese reli­ca­rio se inser­ta la gema de la nove­la: la his­to­ria dis­par de Cami­la O’Gorman y su ver­du­go. Luis Bení­tez cru­za ambas his­to­rias como si flu­ye­ran en para­le­lo, como si el pasa­do de los amo­res prohi­bi­dos entre el sacer­do­te y Cami­la acu­die­ra al futu­ro (que es des­pués de Case­ros, cuan­do Rosas ya había sido derro­ca­do y gober­na­ba Urqui­za) y el futu­ro imper­fec­to de Pan­ta­león Peral­ta Jove­lla­nos se cita­ra con el pasa­do en el úni­co pun­to que los unió: cuan­do la pare­ja fue cap­tu­ra­da y con­du­ci­da al pelo­tón de fusi­la­mien­to.

La nove­la de Luis Bení­tez flu­ye natu­ral­men­te. El río de la his­to­ria ha corri­do sin que fué­se­mos tes­ti­gos, por eso, el río del arte, que tam­po­co retro­ce­de, pue­de con­vo­car­lo, como lo hace Luis Bení­tez, ofi­cian­do como si nos con­ta­ra nues­tra pro­pia his­to­ria des­ven­tu­ra­da con la mis­ma natu­ra­li­dad.

“El Deseo y la Furia” fue publi­ca­do en 2023 en Bue­nos Aires por Edi­to­rial Ves­ta­les.