Zapatillas

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Zapatillas; Javier Rosenberg; Misiones; Dorothy; Argentina; Relatos; MC

De aho­ra en ade­lan­te solo debo usar zapa­ti­llas, me dijo el médi­co. Zapa­ti­llas con sue­las blan­das, lo más cómo­das posi­bles. Así que, por más que no quie­ra, hago el esfuer­zo de salir de casa e ir has­ta la zapa­te­ría más cer­ca­na. Entro y pido unas zapa­ti­llas a la joven ven­de­do­ra.

“¿De qué tipo?” pre­gun­ta ella.

Yo no con­tes­to. No entien­do la pre­gun­ta. Unas zapa­ti­llas, nada más. Cual­quie­ra.

“Tene­mos para correr, para trek­king, ¿o las nece­si­ta para algún depor­te en espe­cial?”

“Solo para cami­nar, por favor.”

“Acom­pá­ñe­me enton­ces,” dijo, con voz ama­ble.

La ven­de­do­ra cami­na rápi­do. Yo tra­to de apu­rar el paso, pero la pier­na ape­nas me res­pon­de. Con una seña me indi­ca una hile­ra de estan­tes.

“¿Qué núme­ro tie­ne?” pre­gun­ta.

No lo sé. No lo recuer­do. Me miro los pies, como bus­can­do una res­pues­ta.

“Debe ser un cua­ren­ta y cin­co,” dice, y se va.

Yo no la sigo. Ella bus­ca den­tro de algu­nas cajas y vuel­ve con dos pares de colo­res fos­fo­res­cen­tes. No me gus­ta nin­gu­na. Me digo que tal vez sería mejor dejar todo esto y vol­ver a casa.

“Prué­be­se éstas,” dice, deján­do­las sobre un ban­co.

Cuan­do quie­ro decir­le que pre­fe­ri­ría unas negras, ella ya no está. Miro por sobre los estan­tes. No la veo. Deci­do bus­car por mi cuen­ta. Camino hacia el fon­do del local. Des­pués de la par­te de hom­bres siguen el de las muje­res. Hay zapa­tos con tacos y más allá está lleno de san­da­lias. Se ve un poco des­or­de­na­do. No sé por qué pien­so que tal vez, de una for­ma u otra, haya un orden ocul­to en todo ese caos. Al final del pasi­llo lle­go a la par­te de los niños. Hay dibu­jos en las colum­nas y zapa­ti­tos de todos los colo­res. Aga­rro uno rosa­do. Tie­ne flo­res ama­ri­llas en la pun­ta y a los cos­ta­dos. Me sien­to en uno de los ban­cos. No sé por qué lo hago. Miro el peque­ño zapa­to con aten­ción. Es núme­ro vein­tiuno y caben en la pal­ma de mi mano. Enton­ces lo recuer­do: vol­vía­mos de las mon­ta­ñas. Íba­mos dis­cu­tien­do y la niña llo­ra­ba atrás. De repen­te un gol­pe y . . . el silen­cio, y las cosas que flo­tan en el aire y que se mue­ven, como en cáma­ra len­ta.

Ya no hay vuel­ta atrás. Sé que debo vol­ver a casa lo antes posi­ble.

Sobre el autor:
Javier Rosen­berg es un pro­fe­sor de músi­ca y escri­tor argen­tino, actual­men­te radi­ca­do en Puer­to Rico, Argen­ti­na. En el 2009 par­ti­ci­pó en el pro­yec­to Sha­ra­zad Ges­chich­ten fürs Leben orga­ni­za­do por la Comu­ni­dad Euro­pea y apo­ya­do por el Liprom (Socie­dad para la Pro­mo­ción de la Lite­ra­tu­ra de Áfri­ca, Asia y Amé­ri­ca Lati­na), con­jun­ta­men­te con el Ins­ti­tu­to Cer­van­tes de Ale­ma­nia. En 2019 publi­có la anto­lo­gía “Des­pués del Vacío,” dis­tri­bui­da por la Edi­to­rial Abra­zos.