El pasado 28 de mayo se publicó en la edición mexicana de la revista Vogue una entrevista con la actriz Adriana Barraza, que protagoniza la recientemente estrenada película de Netflix “El Último Vagón,” sobre la resiliencia de una pequeña escuela rural del país norteamericano y las idas y venidas de Ikal, un intrépido niño sumido en la pobreza y la explotación que termina por encontrar allí su hogar. La siguiente es una reproducción íntegra del artículo de Vogue.
Hay maestros que trascienden las aulas de clases y se convierten en mentores de vida, esa es la premisa de El Último Vagón, la película mexicana de Netflix que nos devuelve a recordar quiénes –dentro y fuera de un salón de clases– marcaron nuestro camino con alguna enseñanza invaluable.
En la cinta dirigida por Ernesto Contreras, Adriana Barraza interpreta a la maestra Georgina, un personaje que encarna a la perfección el recuerdo que cualquier persona que haya crecido en México tenga sobre alguna maestra de educación básica. Ella misma se remontó a sus días de estudiante para preparar su papel. ‘Vino a mi memoria mi maestra de la primaria, la seño Lolita, entonces pensé que así como vino a mi memoria, podía llegar al espectador de la misma manera’, cuenta la actriz mexicana para Vogue México.
El Último Vagón repite los mismos sentimientos conmovedores que otras cintas acerca de maestros como La sociedad de los poetas muertos (1989) o, más recientemente, CODA (2021), sin embargo, la historia se cuenta desde un contexto real en México. Sin decirnos exactamente en qué año o lugar, el filme transcurre en torno a las escuelas vagones, centros educativos que aprovecharon la era de oro de los ferrocarriles en nuestro país durante los años veinte, instalándose dentro de los furgones de los trenes para no desperdiciarlos. Desaparecieron con el paso del tiempo, solo queda una en Naucalpan, Estado de México.
En este contexto, Adriana Barraza se pone en la piel de una profesora que cambiará la vida de Ikal, un niño que descubre en una escuela vagón el valor de la amistad y de creer en uno mismo, a pesar de las circunstancias. “Es un guión tan conmovedor y tan hermoso, que ya de leerlo te tocaba el corazón. Al terminar de leerlo lloré’, cuenta Barraza sobre su experiencia con esta historia, ‘hacer a la maestra Georgina fue no solamente tomar mi propia experiencia como maestra, sino recordar a los maestros que te dijeron algo, o te dieron un abrazo, o te miraron con amor, y que eso te ayudó a salir de un momento duro que tenías.”
La carrera de Adriana Barraza es larga, sustanciosa, repleta de matices y géneros que la han llevado a encarnar todo tipo de personajes con cineastas locales e internacionales (próximamente la veremos en la cinta de DC, Blue Beetle). En El Último Vagón, la actriz vuelve a contar una historia sumamente real que retrata la desigualdad social en México, ¿qué es lo que la hace volver a estos relatos?: “Las historias, precisamente, los guiones que están escritos de una manera hermosa, saber que puedo trabajar con Ernesto Contreras, saber que es con Netflix y que sé que la película va a tener un alcance increíble: 190 países, millones de suscriptores al mismo tiempo. Eso te anima mucho a que tú digas: ‘alguien en algún lugar, en algún rincón del mundo, se va a sentir conmovido por esta hermosa película que estamos haciendo.’ Me gusta mucho trabajar en México, me gusta mucho hacer cine, pero también hacer televisión, siempre y cuando te llegue un proyecto que esté bien escrito y que sea atractivo.”
Al hablar con Adriana, es fácil notar esos acentos de ternura que plasmó en la maestra Georgina, sobre todo cuando conversa sobre cómo fue ser este punto medio entre el mundo de los adultos y el de los niños en la cinta basada en la novela de Ángeles Doñate. Habla con admiración absoluta de cada uno de sus colegas, incluyendo los más pequeños, que roban el corazón desde el primer cuadro. “[Los actores adultos] Era un reparto de grandes actores mexicanos, a quienes yo he visto y admiro sus trabajos. Trabajé con un grupo de niños encantador. Dos de ellos son actores profesionales sumamente profesionales, y después ver a estos otros dos niños que tienen todo el deseo de hacer una carrera y que se portaron verdaderamente muy bien. Fue un rodaje muy cómodo, muy gozoso en el sentido de ‘qué lindo lo que estamos haciendo.’ ”
La actriz nominada al Oscar en 2006 por Babel también es maestra desde hace 50 años. Desde su Adriana Barraza Acting Studio, se dedica a transmitir a nuevas generaciones de actores lo que ha aprendido, a su vez, de sus propios maestros. Al preguntarle sobre a quiénes recordó para construir su papel como la maestra Georgina, nombra al primer actor mexicano Sergio Jiménez: “Tenía una frase muy bella que yo he usado en algunas ocasiones: ‘quien no tiene fuerza para sostener un sueño, no tiene la fuerza para sostener su vida.’ ” La actriz también recuerda al director Alejandro González Iñárritu, con quien trabajó en Babel y Amores Perros: “Menciono mucho a Alejandro porque yo no sabía hasta después de Amores Perros, que podía tocar ciertas cuerdas, no sabía cómo podía un personaje sumamente real, que sobrepasara la actuación y que fuera en realidad una persona. Cuando yo vi Amores Prros por primera vez dije: ‘ah, mira, yo puedo actuar así.’ ”
En una de las escenas más emotivas del largometraje, la maestra Georgina dedica unas palabras a Ikal que cambian el rumbo de su vida, y esa es la labor más noble que puede tener un docente con la que Adriana conectó de inmediato. “A la maestra Georgina yo podía entenderla. Es muy gratificante pensar que después del gozo de hacer un personaje tan bello, pueda tocar también el corazón de alguien más, y no solo eso, sino a lo mejor, alguien que está triste o que piensa que ya no tiene más futuro, puede ser que se acuerde que algún maestro le dijo que sí vale la pena, entonces, esa persona, aunque sea adulta, va a recibir un hermoso mensaje de esta película.”
Originalmente publicado en Vogue México y Latinoamérica el 28 de mayo de 2023.