Originalmente publicado en NEACONATUS el 26 de julio de 2023.
1
Usted dirá: otra vez
la poesía.
Otra vez un poema
sobre la poesía.
y no. No voy a escribir
un poema sobre la poesía.
Sobre la poesía
no hay nada.
Y debajo tampoco.
Sólo hay poesía
en la poesía.
O; mejor: hay poesía
en la poesía,
en el mundo
y en el amor.
El mundo hace las cosas,
no hace poesía.
Lo que podría querer decir
que sólo el amor es capaz
de hacer poesía
sobre la poesía,
y también debajo.
Y éste, por supuesto,
es un poema de amor.
Y el amor está por encima
Pero también por debajo
De la poesía
(de esta poesía),
y jamás la ahoga,
porque respira, en algunos casos
ella, la poesía
por los huequitos que en la nada
abren los poemas de amor,
Como éste, por supuesto,
Que es un poema de amor,
Y te respira
A vos que sos la poesía
Para este poema
Que, por supuesto,
Es un poema de amor.
2
No se puede escribir sobre caliente, dicen,
el arte así siempre se derrite,
se chamusca, se quema.
En el frío no se congela, dicen,
sino que se mantiene, se convierte
en clásico. El arte, dicen.
Es altamente recomendable, entonces,
la más baja temperatura posible en la escritura
para producir clásicos.
Ahora, ¿quién quiere escribir
un clásico sobre vos?
¿Quién quiere el frío en vos,
y vos en el frío?
¿Quién quiere construir la memoria helada
de una fogata amorosa?
¿O vernos nadando quietos
como un ballet de estalactitas?
¿Quién quiere ver volar mariposas
de escarcha, dormir en un freezer
repleto de tulipanes perfectos,
Quién quiere conservar nuestra sangre que hierve
en cubeteras de cristal?
Quizás haya una temperatura perfecta
Para la escritura;
seguro no es la de nuestros cuerpos
que en este momento sólo son capaces
de derretir mi arte,
de chamuscarlo, de quemarlo.
Y hay más fuego en ese humo
que en cualquiera de mis versos.
Y, a pesar de todo, aquí sigo escribiendo,
solo para dejar constancia
de esa situación.
3
Vengo de tu sueño
a este insomnio
Vengo de tu piel
a este papel, a esto blanco
que crece, que parece
sólido, real más que la vida,
limpio como nuestra tristeza,
seguro como tu perfil incierto
que mis ojos construyen
igual a vos, aquí,
tan lejos de vos, a la misma distancia
de tus besos imposibles,
Con el sabor ajeno del resto
de tu cuerpo,
con el sabor amargo del resto de tu amor
que no se da como no se dan
algunas flores en invierno,
en infierno,
esa estación en la que me detengo
cada vez que no estás
y a veces cuando estás.
Cuando estás en mi como el aire en el aire
4
Cuando despierte cada noche
en mitad de un sueño.
Cuando sueñe cada día
en mitad de un recuerdo.
Cuando las cosas no se acomoden
y sigan allí, estando sueltas
en mí. Cuando la tristeza
tropiece conmigo
y yo me caiga.
Cuando ya no recuerde tu olor
y quiera recordarlo
y te busque en el aire.
Cuando el aire sea
un pretexto para verte
saltando hacia mí desde ese
ningún lado al que hoy te vas.
Cuando sospeche que ya todo pasó
pero un beso antiguo en el lugar del ángel,
un diente en la playa, el recuerdo
de una risa tuya, de un sueño en plena canción,
me lo desmientan a las bofetadas.
Cuando todo, y también nada
te hayan conseguido borrar de mi ser
vas a nacer de nuevo en mí
como ese día, como este día,
en el que te escribo y te vas
a ningún lado
para esperarme nunca.
5
En un rincón del alma
de cuyo nombre no quiero acordarme
estás instalada.
En otros rincones
de cuyos nombres sí me acuerdo,
también estás.
En todos los rincones, en realidad,
-si es que en el alma hay realidad-
se fundó una instalación de voses,
o sea vos mil veces
en mi alma,
en todos los rincones
hablándome.
Miento: desde que me entraste
mi alma no tiene rincones:
se llenaron todos de tus túes.
Mi alma se redondeó por dentro
y mi amor se desliza
por esa curva que es ahora,
perdida en la multitud de tus mujeres,
el contorno de mi alma, o ala, o corazón.
Y mi alma rueda también ahora, rueda
redondita, sin rincones, con vos y hacia vos,
rueda por dentro, redondita, con vos,
y por fuera, redondita rueda, hacia vos.
Y eso parece algo superiorr,
como decir aparrte, con acento en la erre,
porque las palabras nunca alcanzan:
Rueda como vuela, alma o ala,
es algo distinto, que es rodar hacia vos,
volar o deslizarme o arrastrarme
o caminar o correr o reptar,
por dentro o por fuera
las palabras nunca alcanzan:
moramoramoramor.
Pero ruedo o vuelo,
qué importa,
en silencio o murmullo,
qué importa,
por dentro o por fuera,
qué importa,
cada vez más rápido
o quizá más lento
para que esto no se termine nunca.
Como cuando me cantás esa canción
y todo lo que no somos los dos
deja de ser.