Las elecciones presidenciales en Argentina están en pleno apogeo, y con ellas, el inevitable intercambio de acusaciones y declaraciones polémicas. En un país acostumbrado a la pasión política, no es sorpresa que los candidatos recurran a estrategias agresivas para desacreditar a sus oponentes. Muchas veces, especialmente en el caso de algunos candidatos, estas estrategias no están basadas en la realidad.
Durante el pasado debate presidencial, Javier Milei, del partido La Libertad Avanza, hizo una afirmación impactante en la que acusaba a los Montoneros, y a su rival Patricia Bullrich, de haber “puesto bombas en jardines de infantes”. Diversos expertos en las agrupaciones guerrilleras argentinas, de ambos lados del espectro político, salieron a desmentir esta afirmación, diciendo que ni Montoneros ni ninguna otra agrupación guerrillera puso bombas en los jardines de infantes.
Graciela Fernández Meijide, una voz respetada en el ámbito político y quien ha demostrado ser una experta en el tema, se pronunció de manera categórica al respecto. En su declaración, Fernández Meijide defendió a Patricia Bullrich y señaló que Milei “sabe mucho de economía y es inteligente, pero no sabe nada de historia”. Esta afirmación resalta la importancia de no difundir acusaciones sin base histórica sólida.
Dos periodistas destacados, Ceferino Reato y Marcelo Larraquy, autores de investigaciones profundas sobre la violencia en la década del ’70, también se han unido a las voces que desmienten las acusaciones de Milei. Ambos periodistas llevaron a cabo una exhaustiva investigación documentada sobre la época, y sus conclusiones son claras: no existen registros creíbles que respalden la afirmación de que las organizaciones guerrilleras, como Montoneros, hayan colocado explosivos en escuelas o jardines de infantes.
Marcelo Larraquy, en respuesta a las acusaciones de Milei, declaró en la red social X (ex Twitter) que “ningún montonero puso jamás una bomba en un jardín de infantes”. Destacó, por el contrario, que “sí hubo 365 centros clandestinos del Estado terrorista donde se torturaba hasta matar a los secuestrados”.
Milei se refirió a estos centros clandestinos y a la violación sistemática de derechos humanos solamente como un “exceso”. Tal vez irónicamente, las pocas veces que Milei defiende al Estado es cuando éste ataca con violencia a su propia población sin provocación alguna. Larraquy enfatizó la importancia de distinguir entre hechos históricos verificables y afirmaciones infundadas que solo contribuyen a la desinformación.
Ceferino Reato, al explicar su método de investigación, destacó la importancia de verificar cuidadosamente los datos antes de difundir afirmaciones incendiarias. “Cuando cito a alguien, chequeo muchísimo esos datos, aun si la persona mencionada estuviera muerta. Porque entiendo que el nombre de cada uno es un atributo muy valioso”, precisó.
La verdad histórica y la precisión son valores fundamentales que deben prevalecer en cualquier discusión política. Las afirmaciones infundadas solo sirven para polarizar y dividir a la sociedad, en lugar de construir un diálogo constructivo que aborde los problemas actuales de Argentina.
(Con información de La Nación)