El jacarandá era un árbol alto de tronco recto y ramas largas, que se extendían sobre el patio de la escuela.
Había otros árboles , gomeros, palmeras, ceibos , lapachos, cada uno se turnaba para florecer, así llamaban mas la atención, de los chicos y de los pájaros, todos disfrutaban del espectáculo de color que los árboles ofrecían.
Esta primavera el jacarandá se vistió de azul. Y el patio se volvió mágico.
Andrea salió al recreo y tuvo la gran sorpresa de encontrarse con un árbol azul. No tenía hojas, sólo flores, delicadas , pequeñas, miles de flores con un perfume muy suave.
Andrea, se preguntó, ¿ Dónde estoy ? En el cielo, sobre una nube , o en el medio del mar?
Nada de eso, se agachó para ver las flores caídas. Y pudo observar que diminutas corolas azules con pétalos pequeños cubrían toda la superficie, como si fuera una alfombra mágica que alguien hubiese extendido.
Tomó una flor entre sus dedos, observó los pétalos afelpados y la llevó a su nariz. Absorbió todo el aroma del árbol. Cerró los ojos. Y se sintió muy pequeña, como las hormiguitas que caminaban por esa alfombra azulada.
¡ Qué grande era el árbol y todos los chicos que jugaban en el patio. !! De pronto ella se hizo del tamaño de una hormiguita .
Era una mas en la hilera de hormigas que transportaban trozos de flores, ramitas. En un instante , se encontró en el hormiguero, vio como sus amigas ordenaban la cosecha del día. Pero Oh!!! Sorpresa, dentro de ese oscuro hormiguero, todo era azul, las camas de las hormigas, sus zapatillas, sus colchas, todo estaba fabricado con las flores del jacarandá. Andrea comprendió que era un mundo maravilloso. Todos eran muy trabajadores, y sabían lo que debían hacer. Unas hormigas apilaban las flores que habían recolectado, otras tejían telas , más allá un grupito cosía vestidos y medias para todos, en una esquina, tres hormiguitas pequeñas jugaban con restos de flores y las pegaban en las paredes. Una hormiga abuela era la que fabricaba sombreros azules, para poder trabajar bajo el sol.
Miró hacia un costado y vio una hilera larguísima de hormigas que llevaban sus huevitos sobre sus espaldas.
Andrea les preguntó que hacían.
_ Transportamos los huevos, que son las futuras crías a un lugar mas profundo y seguro.
_ Y por qué? Dijo Andrea.
_ Son lo mas valioso que tenemos, serán las hormigas del mañana.
_ Ah!!! No lo sabía.
_ Luego los acomodamos en forma ordenada, uno al lado del otro, en hilera.
_ Y qué mas?
_ Debajo ponemos comida, trozos de hojas, troncos, miguitas de pan, de galletitas, granitos de arroz, pedacitos de comida. Allí quedan varios meses, y se forma un hongo que comen las hormiguitas recién nacidas.
_ Y a ellas les gusta? Es rico?
_ Es riquísimo, lo mejor que hay!!!! Es una comida preparada, ya masticada, para los bebes hormigas.
Andrea miraba con mucha curiosidad , y quería grabar todo en su cabecita. Vio unas hormigas mas grandes que mantenían el orden y la seguridad, iban a los costados de las filas, protegiendo a las trabajadoras, de cualquier ataque o imprevisto.
En la entrada del hormiguero, llegaban las podadoras. Eran hormigas especializadas en cortar hojas, todo tipo de hojas, de rosales, árboles frutales, pastos, pinos, ninguna planta les era indiferente, y reconocían los brotes tiernos y mas ricos. Ellas cortaban y luego colocaban su carga sobre sus espaldas y la transportaban hasta el hormiguero.
Andrea comprendió que esos seres pequeños, negritos, que se movían por todos los jardines , tenían una gran organización.
Le encantó ese mundo silencioso y lleno de armonía . Nadie peleaba, ni escondía flores , tampoco acumulaba trocitos de comida para su provecho.
Trabajaban contentas, sabiendo lo que debía hacer cada una, además eran muy solidarias, porque si alguna, cortaba una hoja demasiado grande, nadie se le burlaba , todo lo contrario , iban y le ayudaban a cargarlo entre dos o tres, pero no la dejaban sola .
Cuando la tarea del día estaba ya terminada, le invitaron a jugar.
Las hormigas eran muy divertidas, cantaban y jugaban alrededor de una lámpara azul, que tenía de pantalla una flor del jacarandá, irradiaba una luz muy tenue, y los cuerpos de las hormigas brillaban con el reflejo de esa luz débil . Unas golpeaban semillas , otras movían unas hojas secas, que sonaban muy bien y producían una música muy alegre. El resto bailaba y cantaba.
De pronto , se escuchó, ¨,
RINGGGGGGGG!!!!!!!!!!! Terminaba el recreo…..
. Andrea saludó a sus diminutas amigas , sintió mucha pena, debía dejar ese mundo subterráneo y mágico.
Formó la fila para volver a entrar a la clase.
Cuando estaba sentada en su banco, vio que la maestra escribía algo sobre el pizarrón, eran cuentas, que ellos debían resolver. Pero, Andrea, seguía pensando en el mundo bello de las hormigas, debajo del jacarandá. Su mente estaba allá. Junto a sus amigas , las imaginó barriendo el hormiguero, cocinando, cantando. Qué linda era la vida de las hormigas! Y que buenas amigas eran ¡
Cuando regresó a su casa, dejó sus útiles, tomó su taza de leche con pan. Y se refugió en su dormitorio. Buscó una hoja blanca y se puso a dibujar. Quería dejar grabado ese mundo azul que había visitado durante el recreo. Dibujó muchas hormiguitas. Muchas flores, Todo lo pintó de azul. Su mamá entró, y miró lo que estaba haciendo.
Por qué pintas todo del mismo color ? Acaso te faltan lápices de colores?
No vas a entender , mamá – Así que no te puedo explicar.
Su mamá la miró con ojos de extrañeza. Por qué su hija se hacía la misteriosa ahora? Tendría fiebre? O le pasaría algo?
_ No te preocupes mamá, otro día te voy a contar.
_Si me das una pista ahora, me quedaría mas tranquila.
_ Sabes, en el patio de la escuela, hay un árbol enorme, se llama jacarandá , está lleno de flores azules………..
Su mamá miraba por la ventana, la escuchaba como quien está escuchando una música lejana…...
Andrea, comenzó a describir las hormigas. Sus casas, sus muebles, sus cortinas azules.
También contó del mundo ordenado de esos insectos. Cómo cada uno hacía una tarea distinta. Y a nadie le faltaba nada.
Andrea vio que por la mejilla de su mamá rodaba una lágrima.
_:Qué te pasa mamá?
_ Sabes, me gustó mucho tu viaje al mundo de las hormigas. Por un instante , yo también viajé , recordé cuando era niña, y soñaba con un mundo lleno de magia y sueños.
_Y ?
_ Y nada, luego la vida, el trabajo.
_Y?
_ Sabes, es fácil soñar, con un mundo mejor, donde todo sea azul. Como tu mundo de hormigas bajo el jacarandá.
Y qué tiene de malo eso?
_ Mira Andrea, no lo vas a entender. Así que mejor, tu disfruta de ese mundo mágico. Yo por ahora tengo mucho que hacer. Va a volver tu papá y no va a estar la comida lista.
Andrea no entendía nada. O mejor dicho. Algo entendía, y comprendió que por ahora, ella seguiría pensando en muchas cosas hermosas. Que su mamá alguna vez también había soñado.