La niebla esconde las penas en la cima de los cerros,
el sol calienta los brazos de urunday, nervios y acero.
La derrota está muy lejos, el futuro está ¡tan cerca!,
el futuro es el esfuerzo, la garra, el temple, la espera.
El futuro es esa estirpe...fiera, añosa de héroes;
héroes pequeños, cansinos, héroes ocultos sin gloria,
con la vista en el arado y manos rugosas, oscuras.
El río lava las mentes y la historia se hace viento,
cromosoma, estaca, tiempo...es la sangre de Andresito,
es la muerte de Ramírez, es el pasado que vuelve
en cada grito y espera...resucitar el coraje, el machete,
la trinchera, la rebelión se hace eco en la ceniza y el fuego.
Los mártires riegan la tierra que se enternece en chivatos,
relampaguea en lapachos o grita fiera en los ceibos.
Golpe a golpe, gajo a gajo, desnuda el machete al monte.
La picada trae la luz, que pronto será tiniebla.
La cerviz dobla la selva ante el pino extranjero,
sus lágrimas secas estallan bajo el hacha interesada.
El rozado hiere la tierra que llora sangre en el viento
y con gemido infinito se hace aridez de desierto.
El mito surge, se prende, se hace carne en las retinas,
el misterio es posible en un lugar de leyenda.
Los huesos crujen, se estrujan, pero no ceden terreno.
El coraje es la constante en cada rincón del suelo,
del suelo propio ganado a la codicia y al lucro
de unos pocos sin más patria que su amor por el dinero.
Hombres de garra y de fibra, hacen su inventario y gritan.
Gritan de rabia y coraje; gritan con bronca y con lágrimas.
Gritan y los cerros traen el eco ronco, rebelde,
que se deshace en el viento y se desgrana en el campo.
El oro verde se entrega con su riqueza escondida
que será vida y sostén cuando el fuego lo haga polvo.
Quiroga encuentra su musa en la selva impenetrable;
el Yabebiry no calma sus ansias ni su locura.
Muchos ya se olvidaron de esta tierra, que es su madre.
Madre, que en silencio espera, desgarrada sus entrañas.
Espera ¡tantas ausencias!, acunando ¡tantas otras!,
que quisieron ser ofrenda, abono fértil, raíces.
Emigraron a las urbes con ruido y villas miseria.
Ya no son agricultores, renegaron del terruño,
iniciaron ese viaje del que nunca se regresa.
Es la vida indiferente que los mira y continúa
dejando al margen los sueños y promesas incumplidas.
Atrás quedaron escuelas y valores y esperanza,
corren buscando un futuro que es esquivo y se les niega.
Como se niega el trabajo digno y ganado de frente.
El futuro trae represas, mendrugos de pan amargo,
mañana sólo habrá peste, luto, llanto y desempleo.
Animales desahuciados sin rumbo, a la deriva.
Tierras fértiles perdidas bajo el agua pestilente.
El Paraná continúa su eterno descenso al mar,
ha sido testigo mudo de jangadas y barcazas,
que quisieron ser futuro sembrando rutas fecundas,
y hoy, apenas son recuerdo en fotos amarillentas.
Pero aún queda la esperanza…
el futuro es el esfuerzo, la garra, el temple, el coraje.
El futuro es esa estirpe...fiera, añosa de héroes.-