How does it feel?
How does it feel to be without a home
Like a complete unknown
Like a rolling stone.
Bob Dylan: “Like a Rolling Stone”
No hay vuelta atrás, la muerte nos pone ante lo que quizás sea la única certeza que podemos aún dar por cierta. Ya no hay, ya no está, ya no volverá. Ni su voz, ni su sonrisa, ni su ansiosa espera. Aunque pensándolo bien, la muerte bien podría ser la metáfora definitiva de los días vividos. Quiero decir: no hay vuelta, no hay repetición, lo vivido ya murió. No hay hogar al que volver, ni siquiera dirección (ni calle, número de casa, lugar a donde ir o sentido que buscar). No hay amor al cual retornar, ni siquiera esa risa que parecía eterna, ni aquel orgasmo infinito que prefiguró nuestro nirvana particular, ni aquellas miradas de breves y fugaces brillos que parecían reflejarse mutuamente. Alguna vez dije – convencido, ardiente, ilusionado -: “¡Este es mi hogar, esta es mi casa, esta es mi guarida!” Y mientras lo decía me iba deshaciendo en el exilio. Uno mismo ya no es aquel que era y la sonrisa es casi mueca o es sonrisa que se pierde en ecos lejanos. Prefiero pensarme así, a la intemperie, a la deriva. Rodando entre la angustia vital, el hambre de amar y anhelando un horizonte que siempre está más allá. Prefiero la lucha antes que la comodidad, prefiero el fragmento antes que una forzada totalidad, prefiero morir a vivir por vivir. Perdidas las huellas, del pasado quedan las fotos fijando los retazos de memoria en un papel o en una pantalla. Ya lo sé, ya lo sabemos, lo dijo Bruce y lo dijo Andrés, “nacimos para correr”.