Rosita ‚estaba despierta desde hacía mucho tiempo, nada hacía para levantarse ‚esperaba escuchar el acostumbrado mensaje de su madre :- “Rosita ‚ya son las cuatro y media , levantate ”....aguardaba las palabras de siempre ‚en los días de siempre ....Sin intentarlo, reflotaron en su mente algunas imágenes del ayer , recuerdos lindos de momentos que nunca pudieron considerarse como felices.....Hoy con treinta y cinco años sentía que cada vez le costaba más ir al trabajo, que como nunca la vida iba perdiendo poco a poco el sabor de lo imprevisto y ya las horas del fin de semana eran similares a las de los días de trabajo.
“Treinta y cinco.....seguro que se quedará para vestir santos” decía su madrina que también era solterona. Rutinario transcurrir del almanaque ‚que se iniciaba diariamente con un :-“Rosita ‚ya son las cuatro y media ....” ‚después el mate con su madre ‚los chamamés en la F.M ‚aunque a ella le gustaban más las canciones melódicas ‚como las de Leo Matioli ‚luego el beso en la frente de su mamá y a las cinco y cuarto como siempre esperar el colectivo urbano....Insulso y desgastado andar , mecánico, como el girar de las agujas del reloj .....,con sol o con lluvias, inviernos y veranos, el mismo recorrido hasta el hospital ‚donde trabajaba como personal de limpieza, cargo que logró ocupar después de haber trabajado repartiendo votos por los barrios en una campaña política- Recordó que alguna vez pareció que todo podía ser diferente cuando en la cola del banco con las boletas de la luz y del agua en mano esperando su turno ‚observó que alguien le observaba desde la fila de los que aguardaban para cobrar el Plan Trabajar ‚brilló la luz y su resplandor duró dos o tres meses , siempre lo mismo en el interior del banco ‚intercambio de miradas ‚una sonrisa tímida , ráfagas de ilusión , ansiada espera para ir a pagar las boletas ‚hasta que un día... no lo vio más ‚tal vez era casado, casi seguro que sí, pero era tan simpático y tenía los ojos sugestivamente tristes y hermosos.....Lo vio una vez frente a las vidrieras de una conocida casa de artículos para el hogar, esas que dan muchas facilidades ‚eligiendo una moto junto a una chica jovencita que le tomaba de la mano-Debe ser su hija, se dijo con convencimiento y apuró la marcha.
No escuchaba ruidos en la cocina, tampoco veía el reflejo que producía la luz de la vela que su madre que cada mañana ofrendaba a los santos en el altarcito del pasillo...se levantó lentamente dirigiéndose hasta el dormitorio cercano que permanecía a oscuras, un frío presentimiento le atravesó en ese instante como una aguda puñalada el pecho, temblando abrió la puerta y encendió la luz.
Rosita comprendió que jamás el habitual despertar volvería a repetirse, su madre yacía inerte en la cama, inmóvil con los ojos abiertos, clavados en el techo. , con un brazo caído hacia el costado y el otro sujetando el negro rosario .Rosita cayó de rodillas ante la cama e intentó inútilmente unir aquellas frías manos, las besó en silencio y después se dirigió a encender la velita en el altar de los santos.
Cuando el fósforo le comenzó a quemar las yemas de los dedos se le nublaron los ojos, se sentó en el piso frío y lloró, mientras parecía que una voz dulce le susurraba al oído “Rosita, son las cuatro y media, levantate”. Buscó el celular, marcó el número de la madrina y la llamó para que viniera a ayudarle a organizar el velorio y bañar el cuerpo. Después fue a la casa del carnicero del barrio ‚Don Ledesma ‚a pedirle prestado cuatro mil pesos para comprar el cajón-“Le voy a devolver de a poco o cuando el ANSES me reconozca los gastos” le dijo al hombre que le dio el dinero y al saludarle le preguntó-¿cuántos años, tenía la finada ?- “Es para jugar a la quiniela” –agregó-En una de esas nos salvamos todos-le dijo, limpiándose las manos en el delantal blanco, tal cual era su costumbre. Rosita ya lo había decidido que el velorio sería en la casa de su madre, sabía que en el salón velatorio del centro, se sentiría demasiado sola-
A media mañana en la humilde y prolija casita del barrio San Martín de Apóstoles estaban reunidos algunos vecinos en torno al féretro. El viento norte hacía viracambotas en las calles terradas, mientras que agosto pintaba prolijamente las flores de lapachos en los árboles-Por la calle que termina en el eucaliptal una jauría de perros se encolumnaba detrás de la hembra en celo-
Unos frascos de diferentes tamaños repletos de azaleas, ubicados en el piso, bordeaban el cajòn.Cinco o seis jovencitos, chicas y muchachos estaban tomando mandarinas en el patio del fondo, sentados en un largo banco. Doña Brígida, una señora mayor, que cubría su cabeza con una negra mantilla, con el rosario en la mano convocó a los presentes a orar – “En el primer misterio, vamos a rezar por el alma de la difunta… ”, Dijo al empezar, mientras le codeaba a la mujer de al lado preguntándole en voz baja:- ¿“Cómo se llamaba la finada ?....
-“No sé”, le respondió, la mujer “todos la conocíamos como la mamá de Rosita”
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Este cuento obtuvo el tercer premio en el Concurso Literario organizado por UDPM)