Misiones Cultural

  • Inicio
  • Escritores
  • Noticias
  • Libros


Misiones Cultural
0 Comentarios
Rodrigo Petryla

Un símbolo de paz y un limón sin exprimir: Reseña de “Los Voladores,” de Santiago Morales

Reseña de Los Voladores de Santiago Morales: dos símbolos de la paz enmarcan la tapa del libro, que es rosada e incluye la imagen de un ave negra cayéndose.
Por NEACONATUS

Con su libro Los Voladores, Santiago Morales es un Ícaro fullero que reparte las plumas con las alas marcadas. De entrada un pájaro cae y encarna la onomatopeya en verbo. El ruido de aplastarse contra el suelo: “¡Plath!” sorprende a una ocasional Alejandra Pizarnik que pasaba por el monte de paseo y toma entre sus manos ese despojo de suicidio alado, que comparte con . . . Sylvia Plath. A partir de entonces comienza el espectáculo de un Cirque du Soleil zoolírico donde el lector alzará vuelo hasta un cosmos infinito de citas. Una cartografía canora, un Bibliomóvil de palabras que son millones de aves creando un eclipse de sol.

Sin amedrentarnos por la maratón de obras y autores citados, recurriremos al filósofo catalán Pau Luque para intentar interpretar esta biblioteca borgeana de avifauna humanoide y literaria. Cuando el autor construye su relato puede manipular su imaginación de dos maneras. Organiza su narración y, de vez en cuando, recurre a algunas circunstancias reales o parte de una realidad dada y apela al recurso ilusorio cuando se acerca al precipicio de la certeza elusiva. En este caso la obra elige ser puro arte “himenóptero,” porque tiene alas membranosas donde la ficción se apoya en la imaginación y vuela alejándose de todo convencionalismo de formalización representativa.

Santiago Morales es uno de los mejores narradores misioneros contemporáneos. Su primera novela no da tregua. Serían necesarias varias relecturas para acercarse al corazón palpitante de sus casi infinitas imágenes volantes y a un discurso vertiginoso.

El registro de obras investigadas es casi enciclopédico. Nos permitimos sumar un apunte que bien habría tenido su espacio en este aquelarre de aves, pájaros, hombres, y mujeres que buscan una corriente de aire que reemplace la iconicidad semántica de la paloma de la paz. Nos referimos al caso del famoso ornitólogo Günther Niethammer, enviado con el cargo de guardia a Auschwitz. Rudolf Höss, el comandante del campo, le permitió llevar a cabo un análisis ornitológico de la región entre los años 1940 y 1941. Sus avistamientos y registros fueron publicados en un ensayo editado por una revista científica de Viena, titulado Observaciones Acerca de la Avifauna de Auschwitz. El escritor alemán Arno Surminski encontró en una biblioteca el breve texto (40 páginas) de Niethammer e, inspirado, escribió la novela Los Pájaros de Auschwitz (título original Die Vogelwelt von Auschwitz, F.A. Herbig Verlagsbuchhandlung, GmbH, München, 2008). “Este planeta no es un lugar para palomas,” dirían los hermanos Coen.

Leé también: “La Edad de los Muertos,” de Alejandro Bovino Maciel

No todos los capítulos son plumíferos. Sobrevuelan la historia (valga la alusión volátil) alejamientos de parejas, cruces afectivos, mapeo provincial muy detallado, la peripecia del viaje, el albur de jugarse profesionalmente. La obra gira en torno de la separación del protagonista, de su tarea de librero, o sea de los libros, y de buscar un ave que renueve como símbolo a la paloma de la paz. Sabemos que la paloma con su rama de olivo es una historia bíblica obsoleta. Quizás vetusta por inefectiva, si no por vieja.

Como bien interpreta Juan Báez Nudelman en diálogo con el autor:

Con su nueva experiencia con Los Voladores, (Morales) ha culminado un proceso de 10 años escribiendo el mismo proyecto y confiesa que no lo volvería a hacer. En todo caso, le gustaría encontrar un sistema como lo ha logrado César Aira, “que no corrige, dice que se sienta en un café a escribir y si tiene que solucionar algo de lo que ya escribió, lo incluye en el mismo proceso ( . . . ) El libro no se explica, se trata de leerlo y que se explique sólo.” Por eso destacamos algunas frases que pueden dar pistas para atravesar la picada intertextual. “Para no olvidar que la belleza de la fauna de nuestro entorno esconde la crudeza de un submundo de explotación.” “El capitalismo salvaje hace que desaparezca del léxico la antigua acepción de P.C., dice ella.” “Es raro sospechar de uno mismo, generalmente la gente se desconoce o se conoce, pero sospecharse es raro. Lo más común es no conocerse realmente. ¿Me gusta más la poesía o me gustan más los cuentos? La librería o el futuro incierto; el pájaro carpintero, la tacuarita, el urú, los boyeros o el churrinche como nuevo símbolo de la paz.” “El churrinche es rojo, rojo sangre, y al mundo no le resulta atractivo ese tono para enarbolar su pacifismo.”

Como los medios difunden, “las selvas del norte argentino guardan aún miles de secretos. Son los ecosistemas con la mayor diversidad de flora y fauna del país, con muchas especies de las que todavía se conoce poco.” Los Voladores de Santiago Morales, además de una prosa ligera y atrapante, aporta conocimiento. Cabe conectar con una reciente publicación de Miguel Azarmendia, que se refiere a un Águila Moteada que salió de Alaska y voló hasta una isla del sur de Australia, recorriendo en un viaje continuo (sin descansar) 13.560 kilómetros en once días, convirtiéndose en el ave reina de los cielos, del “Celeste” cielo, diría el personaje de Morales, sin ningún tinte — creemos — nostálgico. Mencionamos un águila, animal predador si los hay. Quizás podríamos ayudar al notable y empático héroe moraliano, sugiriéndole que elija a este símbolo carroñero y a la vez monárquico, no para contradecir la famosa y nunca alcanzada paz, sino porque notamos que este tipo de ave de presa es mucho más representativo de la época que vivimos. Porque aunque el libro se refiera a los pájaros con el pretexto de volar él, el autor, y hacernos volar a nosotros, sus lectores, sobre nuestras cabezas pasan cosas muy interesantes que nos perdemos por no atrevernos a apartar la vista del camino que nos han trazado para que avancemos, con la cabeza siempre gacha, hacia ninguna parte.


“Los Voladores” ha sido publicada por la editorial ConTexto (Chaco y Corrientes) como parte de la colección “La Tierra sin Mal,” que dirige Juan Basterra.

N. del A.: El título de la reseña hace referencia a la canción “Buscando un Símbolo de Paz,” de Charly García.


 

Got Something To Say: Cancelar la respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

*

*

Buscar

Libros Nuevos

Texto Destacado

  • Reseña de “Las Carimbas del Silencio”: Una mirada atenta al racismo latinoamericano

    By: Misiones Cultural


    Por NEACONATUS

    Oganga es la figura central del nuevo libro de Alicia Marina Rossi. Oganga es “la protegida de su pueblo africano.” La autora de la novela nos hace viajar por la memoria y rescata, través de la joven, una historia colectiva, sintetizada en la muchacha-heroína: la negritud que fue traída a la fuerza a estas tierras como esclavos; los afrodescendientes.

    La escritora traza un paneo literario amplio donde se van descubriendo los desgraciados destinos de las y los negros, que no solo mediante la piratería sino también por medio de políticas de Estado fueron cazados (no hay otra palabra) en latitudes africanas y que, engrillados como bestias, arribaron forzadamente a costas americanas para trabajar como mano de obra gratis. Y ellos y ellas, familias enteras, pagaban con sus vidas su propia e infatigable labor. El capitalismo en plena protoesencia.

    La escritura difundida masivamente impulsa cambios de perspectiva que desde, aproximadamente el siglo XVIII, promovieron revoluciones más o menos fallidas. No cabe analizar éticamente estos cambios sociales, porque aún las causas más nobles tienen sus zonas grises. Pero sí cabe subrayar la efectividad del libro como herramienta sensibilizadora, en tanto proveyó a las comunidades nuevas emociones y creencias. El relato impreso que circula de mano en mano aumenta lo que el filósofo Peter Singer definió como “ampliación del círculo empático.”

    Leé también: Un símbolo de paz y un limón sin exprimir: Reseña de “Los Voladores,” de Santiago Morales

    En estas líneas seguimos el pensamiento de Steven Pinker y coincidimos en que cuando leemos lo que otro escribió, de alguna manera, entramos dentro de su mente — para bien o para mal. Según nuestros ángeles y demonios interiores podemos adherir a un castigo de cien latigazos propinado a un esclavo o reflexionar si es racional que alguien sufriera tal crueldad. La tarea narrativa de Alicia Marina Rossi va por este camino, sin sermones moralistas activa desde su escritura ficcional, ágil, y casi cinematográfica, un reconocimiento que, si bien jamás reparará la ignominia, al menos nos lleva a pensar sobre las insensateces que el ser humano cometió durante su recorrido histórico. Porque la ficción realista (o docuficción) nos permite conocer sucesos que quizás siempre ignoramos o no quisimos ver. Por lo tanto, amplía el círculo de empatía antes mencionado. No revierte el dolor ya infligido, pero al menos nos concede enfrentarnos al espejo donde se reflejará nuestra faz monstruosa.

    También sería oportuno aclarar por qué nos interpela el siglo XVIII, son tiempos donde se inaugura una nueva munición para cargar los libros. A diferencia de la época anterior, según el ya citado Pinker, se leían proezas de personajes con segregación de clase. Antes, los protagonistas eran aristócratas o santos, pero en las nuevas novelas comienzan a contarnos las tristezas, alegrías, logros, o desgracias de la gente corriente. Por primera vez podemos imaginar las lágrimas de una criada negra acurrucada en su camastro separada de sus hijos. Surge la identificación del lector con una peripecia, antes ni tenida en cuenta, que ahora conmueve emocionalmente y comienza a construir alteridad compasiva.

    No seamos pueriles, sensibilizar afectivamente no equivale a cambio fáctico. Hasta hoy podemos escuchar voces que ante algunas obras claman por un disciplinamiento, ya que las consideran blasfemas contra la justicia, la autoridad de los padres sobre sus hijos, o los sagrados vínculos heterosexuales. La quema de libros sigue siendo uno de los deportes favoritos de las fuerzas reaccionarias. Sin embargo, cierto género de novelas, al revelar sufrimientos escamoteados, suelen dar letra a reclamos que podrían devenir en cambios políticos — al menos reformistas. No mucho más, pero estimulante. Los relatos que ficcionan sucesos históricos velados generan conexiones humanitarias y, en casos excepcionales, empujan acciones colectivas. “La ignorancia es un enemigo peligroso, muy peligroso,” dice la Yaya de Oganga.

    Leé también: “En el Sahara,” por Alberto Lago

    Las Carimbas del Silencio opera como ficción donde, utilizando el recurso de la dualidad temporal, se narran sucesos que pivotean entre el pasado y el presente. Pero también podría ser considerado una crónica muy cercana al ensayo. Transita el calvario de la esclavitud describiendo atrocidades que han sido recogidas en la llamada “narrativa esclavista,” que comenzó a ser conocida a través de libros abolicionistas y que luego el documentalismo audiovisual y la dramaturgia cinematográfica difundieron mundialmente. Sin embargo, revela una instancia casi desconocida. Norteamérica y el Caribe, casi siempre, monopolizaron el infierno del tráfico humano a nivel masivo. Crimen inconcebible (¿genocidio, holocausto?) que construyó un puente de sangre entre África y América. Pero Alicia Marina Rossi desplaza la mirada histórica hacia el Cono Sur, más precisamente hasta la Argentina. Un país que no ocultó jamás su racismo endógeno, pero siempre orientado hacia los pueblos originarios con el atenuante de la ecuación “civilización y barbarie,” o el “progreso,” o la conquista de territorios. Esta novela-ensayo nos dice sin subterfugios que fuimos tan esclavistas como el que más.

    Alicia Marina Rossi nos ofrece una ficción, pero ¿es una ficción? En sus páginas hay testimonios de que no existe mucho margen para el cuento, no solamente en las torturas recibidas. A algunos se los llegaba a marcar con fuego como si fueran ganado. De ahí el título de la obra, sino en los infinitos infortunios, tropiezos y dificultades de todo tipo que sufrieron. Y también en el devenir posterior a los siglos de la colonia y de los años de la independencia argentina.

    Leé también: “Poema del Piuquén,” por Alejandro Bovino Maciel

    Una sola pregunta, de las muchas que el libro puede despertar: los que leemos con deleite el libro Las Carimbas del Silencio, ¿sabemos con certeza que no somos afrodescendientes? Nuestro país es un crisol de razas (suponiendo que este término posea valor etnográfico) y el color de la piel pudo irse diluyendo, o, para decirlo en palabras de los blancos, pudo “irse aclarando,” pero los prejuicios sociales y arbitrariedades continuaron existiendo hasta la actualidad.

    Estamos ante una obra donde coinciden arte y política. Por lo tanto, no nos es ajena una referencia a los riesgos de la estetización de las tragedias históricas. Podría conjeturarse que la literatura, en tanto obra artística, desplaza el lugar real del dolor, de la violencia objetiva operada sobre los cuerpos. No es este el caso pues la propuesta de la autora convierte su obra en un rayo que va al encuentro del espectador con la idea de transformar la lectura en una experiencia concienciadora desde el aporte de conocimiento. Un “darnos cuenta” que nos lleva a asumir como fuimos y en lo que aún persistimos. Rossi nos revela esas aprensiones, inclusive esos errores, en una historia apasionante. Final del artículo


    Este libro fue editado por Ediciones ConTexto (Chaco y Corrientes) y obtuvo el segundo premio en el Concurso Provincial de Novela Chudnovsky 2021/2022.


     

Últimos Comentarios

  • Esteban Abad en El señor de los espejosEspejito espejito... ¿viste que cuento más bonito?...
  • Valeria en La infancia en crisis, por Rafael VandendorpExcelente nota... Y coincido plenamente en lo que planteas. A esa pregunta de por qué los niños... Creo en mi
  • Laura en El patioHermoso, precioso, amplio, tentador, inolvidable, mágico es tu patio! Y lo sé!! Lo viví! Lo corri! Jugué hasta el cansancio.
  • monica landa en La licorera y otros cuentosSR. POMILIO HACEunos años viajando en un micro con mi esposo me dedico un poema llamado Contigo de su libro
  • Tomás en La Ramonita de la Parada, una historia de Oberá, una leyendaLindo recuerdo de Ramonita. Felicitaciones Gabriel
  • Edu en La Ramonita de la Parada, una historia de Oberá, una leyendaUna grande la ramonita
  • nelida moreira en La Ramonita de la Parada, una historia de Oberá, una leyendahuuu mi gran amiga la Ramonita de la parada cuanto tiempo que lo veo. dios te inlumine Reina. jamas me
  • Cynthia Elizabeth Ortega en Hacia el final de la nocheEs buenísimo , es muy linda la letra , está muy bien inspirado , me gustó mucho!!
  • Johana en La Ramonita de la Parada, una historia de Oberá, una leyendaHola.. de verdad sos hijo de Ramonita...?
  • Nolo Correa en Juan Enrique Acuña, a cien años de su nacimientoEstimada Rosita Escalada Salvo: Quiero ponerme en contacto contigo, dado que estoy realizando las madrugadas de Sabado y Domingo el

Noticias sobre Cultura

RSS Error: A feed could not be found at `http://feeds.feedburner.com/MisionesonlineCultura`; the status code is `404` and content-type is `text/html; charset=utf-8`

eyeMol| Director: Marcelo Almada - © 2000-2015 Misiones OnLine All rights reserved Todos los derechos reservados | Dirección Postal | Colón 1628 - 7° piso - Posadas - Misiones - Registro de Propiedad Intelectual N° 5.197.226
redaccion@misionesonline.net - administracion@misionesonline.net - ventas@misionesonline.net | Tel: (0376) 4425800 | Encuéntranos en Google+.