La corbata

0
126

Todos me pre­gun­tan lo mis­mo, como si les impor­ta­ra: ¿por qué todos los días me anu­do la cor­ba­ta camino al tra­ba­jo?. Debo agre­gar que voy al tra­ba­jo cami­nan­do y que vivo a solo 6 cua­dras de la ofi­ci­na. No hay una razón en espe­cial de por qué lo hago; al menos eso creo. Sé que me agra­da hacer­lo y me ayu­da a ais­lar­me del mun­do y de esos pen­sa­mien­tos que a uno lo abor­dan cuan­do algo se vuel­ve ruti­na­rio. Ir a tra­ba­jar es una ruti­na que pocos dis­fru­tan y pre­fie­ro no pen­sar en el tra­ba­jo mien­tras digie­ro las tos­ta­das o las media­lu­nas que sue­lo desa­yu­nar con una taza gran­de de café con leche. Un com­pa­ñe­ro mío dice que anu­dar­me la cor­ba­ta mien­tras camino tam­bién es una ruti­na, algo que no nie­go ni voy a dis­cu­tir sin sen­ti­do. Pero no con­cuer­do para nada con otro de esos tan­tos bue­nos para nada con los que tra­ba­jo, que opi­na que mi cos­tum­bre sig­ni­fi­ca que soy un sui­ci­da en poten­cia. Coin­ci­di­rán con­mi­go en que eso es absur­do, al mar­gen de que hay días en que a uno se le atra­vie­san pen­sa­mien­tos como esos; pero dudo que algu­na vez lo hicie­ra o al menos dudo que lo haga con una cor­ba­ta. Acla­ro en este pun­to que no ten­go una sola cor­ba­ta; ten­go tres, y una de color rojo y blan­co es mi pre­fe­ri­da. Siem­pre me gus­ta­ron las cor­ba­tas, y eso que no me gus­ta usar tra­je. Tam­bién me gus­ta mi cue­llo y creo que hace a mi natu­ral gra­cia y ele­gan­cia. Cual­quier cor­ba­ta pare­ce lin­da cuan­do me la pon­go. Se darán cuen­ta de que eso es lo que pien­so cada vez que camino al tra­ba­jo me anu­do la cor­ba­ta, y enten­de­rán que es más fácil enca­rar la jor­na­da labo­ral cuan­do uno pien­sa que es espe­cial por al menos una cau­sa que cuan­do se sien­te uno más. Me gus­ta­ría tener más cor­ba­tas, a la vez que tam­bién qui­sie­ra tener un mejor tra­ba­jo. Como la gen­te es muy bue­na para opi­nar sobre la vida aje­na, alguno que otro ya se atre­vió a aven­tu­rar que si con­si­go otro tra­ba­jo qui­zá no pue­da anu­dar­me la cor­ba­ta ni ir cami­na­do. Fran­ca­men­te no sé cómo pue­den opi­nar sobre lo que no pasó ni saben si pasa­rá. No les voy a negar que algu­nas veces ali­men­to esos rumo­res entre mis com­pa­ñe­ros, por­que noto que se ale­gran con solo con­tem­plar la posi­bi­li­dad de que ya no pue­da anu­dar­me la cor­ba­ta; y bueno, ellos tam­bién logran sen­tir­se algo mejor esos días en el tra­ba­jo. Resul­ta increí­ble que a alguien le intere­se tan­to ese hábi­to que ten­go; mi teo­ría es que sus vidas no son dema­sia­do intere­san­tes. La mía tam­po­co lo es. No voy a sos­te­ner que mi fija­ción por las cor­ba­tas me hace mejor per­so­na, ni nada por el esti­lo. Pero al menos hay algo que me gus­ta hacer camino al tra­ba­jo y eso solo ya es algo. No ten­go todas las cor­ba­tas que qui­sie­ra ni un tra­ba­jo acor­de con mi capa­ci­dad; no se pue­de tener todo. Si tuvie­ra esas cosas es muy pro­ba­ble que que­rría más o que que­rría otras cosas. Sea como sea, siem­pre ten­dré mi cue­llo y aun­que nadie repa­re en su belle­za por el asun­to de la cor­ba­ta, sé que gra­cias a él tam­bién pue­do usar pañue­los o bufan­das y que me van a que­dar mejor que al res­to. Así que si no pue­do con­ti­nuar anu­dán­do­me la cor­ba­ta camino al tra­ba­jo, pue­do encon­trar algu­na alter­na­ti­va. Ade­más, he de jubi­lar­me algu­na vez y ya no ten­dré que ir a tra­ba­jar. No me ato a la cor­ba­ta por el res­to de mi vida; tan solo me la anu­do.

Artículo anteriorHoy abre sus puertas la Feria del Libro de Puerto Rico
Artículo siguienteEl patio
Nacido en Posadas el 10 de septiembre de 1967, Carlos Alegre se recibió de Periodista y de Analista de Sistemas en la UNaM . Luego de experiencias breves en algunos medios de comunicación se abocó de lleno a la docencia primero secundaria, y más tarde terciaria y universitaria, hasta la actualidad. El autor es soltero, hijo de un docente posadeño y de una italiana radicada en argentina hace más de 60 años. Su pasión por las letras lo movió a estudiar periodismo y su literatura está fuertemente marcada por una mirada existencialista de la realidad. Linyera Fino es la primera obra que publica; la misma fue presentada por Carlos Alegre el 3 de mayo de 2014 en la 40ma Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, en el stand de editorial Dunken y acaba de ser declarada de interés de manera unánime por la Comisión de Cultura de la Cámara de Diputados, lo cual implica su próxima aprobación en ambas cámaras del Congreso Nacional.