El 4 de abril de 1968, el activista por los derechos civiles y sociales y defensor de las clases bajas estadounidenses Martin Luther King, Jr. recibía un disparo mortal en la ciudad de Memphis, en el estado de Tennessee, poniéndole un fin anticipado a su cruzada por la justicia social y acrecentando profundamente las tensiones raciales en Estados Unidos, caracterizadas por una muy observable desigualdad a favor de los blancos y de aquellos con una mejor posición económica — algo no muy diferente a la situación actual, solo que puntualizada por los movimientos internacionales de liberación que habían tomado gran parte del mundo durante el pasado siglo. Los detalles del asesinato, sin embargo, siguen sin esclarecerse de forma total. Pero hay algunas curiosidades comprobadas: una, por ejemplo, es la misteriosa carta anónima, acompañada por un paquete, que King recibió en 1964. Había sido supuestamente escrita por alguien “decepcionado” con su mensaje radical que no sólo lo amenazaba con revelar algunos hechos personales que, en realidad, no habían sucedido, sino que también lo animaba a suicidarse. A partir de 1975, se comprobó que su envío había sido ordenado por las altas cúpulas del FBI.